Juan Gutiérrez Perea. De La Axarquía a Mauthausen

Los agoreros finiseculares lo habían presagiado… El siglo XX no iba a entrar, en España, con buen pié. La muestra había sido, dos años antes, la Guerra de Cuba, que también lo fue con los EE.UU. y los resultados de la misma: la pérdida de la isla de Cuba, la “perla del Caribe”, la de Puerto Rico, que pasaba bajo influencia norteamericana, así como las Filipinas… Pero, si empezamos a bajar décadas hacia atrás, en el siglo que ahora estaba terminando, la cosa es más complicada aún. No obstante, en centurias anteriores, cuando éstas estaban próximas a finiquitar, ahí estaban, casi puntuales, presagiando el fin del mundo, una era de hecatombes y de destrucción total. Y no digamos retrocediendo más en el tiempo, en épocas pretéritas cuando todo estaba en manos de Dios o de los dioses, o de todos a la vez; épocas de oscurantismo exacerbado, donde se ofrecieron sacrificios humanos para calmar la ira de los dioses de todo tipo…

En 1900 la sociedad española padece una de las crisis más grandes de las que, hasta ese momento, había padecido. Ésta, en parte, está propiciada por el sistema político de la Restauración que no responde, en manera alguna, a las demandas de la sociedad, así como por el duro golpe que significaba, para la economía del país, la pérdida de las colonias americanas; golpe no solo en cuanto a lo económico, sino también respecto a lo moral. Este principio de siglo, por éstas y otras circunstancias, marcará el inicio de una serie de conflictos sociales que perdurarán durante bastante tiempo.