La otra explosión de la Fábrica Nacional de Torpedos en Cádiz (29 de diciembre de 1937)

La noche del 18 de agosto de 1947 una terrible explosión se sintió en Cádiz. Dicen que su resplandor llegó a verse en las playas onubenses. A consecuencia de ella hubo un centenar y medio de muertos, miles de heridos y una gran devastación material. Una catástrofe que ha quedado grabada en la memoria de la ciudad hasta el punto de recordarla con un monolito en una plaza cercana al lugar donde ocurrió . Al parecer, explotaron unas minas depositadas en las instalaciones de la que iba a ser Fábrica Nacional de Torpedos. Un proyecto impulsado, durante la dictadura del general Primo de Rivera, por Horacio Echevarrieta Maruri, el propietario del cercano astillero de Cádiz. La iniciativa terminó fracasando tanto por la oposición de la industria de guerra británica a la introducción en España, hasta entonces un mercado prácticamente suyo, de material de patente y fabricación alemana como por la política restrictiva de inversión pública llevada a cabo por los gobiernos republicanos a partir de abril de 1931 .

Hasta el verano de 1936 sus edificios, prácticamente terminados pero sin completar su maquinaria, apenas tuvieron uso. A partir del 19 de julio de 1936, una vez que el golpe de estado triunfó en la ciudad, la cárcel provincial se vio desbordada por el número de detenidos que llegaban. Las autoridades militares golpistas habilitaron entonces como checa un buque carbonero de la compañía Ybarra, el «Miraflores», anclado en la bahía. A los pocos días también comenzó a funcionar como centro de detención dependiente de las nuevas autoridades la abandonada Fábrica Nacional de Torpedos. Por sus instalaciones pasaron centenares de gaditanos. Unos fueron puestos en libertad, otros pasaron ante los consejos de guerra que pusieron en marcha y otros, finalmente, salieron por sus puertas para emprender un viaje sin billete de vuelta .

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