Ochenta años después de la liberación de Auschwitz

La mayoría de la gente tiende a relacionarlo con las cámaras de gas y la eliminación de más de un millón de seres humanos en ese campo, la inmensa mayoría de ellos judíos, para representar el Holocausto. Parece lógico, aunque hay un error de concepto en esa reflexión. La clave es pensar en antes de Auschwitz, en mucho antes, porque siempre hay un origen que es el que inicia el largo y tortuoso camino que culmina allí donde la vida de una persona ya no vale nada.

Lo ha explicado en más de una ocasión el Museo Auschwitz, el guardián de la memoria del campo de exterminio. Lo ha vuelto a repetir estos días: “Auschwitz fue el final de un largo proceso. Debemos recordar que no comenzó con las cámaras de gas. Ese odio fue desarrollado gradualmente por seres humanos. Comenzó con ideas, palabras, estereotipos y prejuicios a través de la exclusión legal, la deshumanización y la violencia creciente… hasta el asesinato sistemático e industrial. Auschwitz llevó su tiempo”.

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