«Ni son bellas ni rebasan el nivel intelectual de cualquier modistilla francesa»

Los medios de comunicación del régimen franquista calumniaron y descalificaron a algunas de las mujeres que destacaron en el espacio político de la etapa republicana

publico.es | Eloína Calvete | Madrid | 1-12-2014

“Mujeres: difícilmente encontraréis en un régimen de los llamados de libertad una tutela más preocupada de vuestras auténticas libertades que las que os ofrecen los regímenes fascistas de autoridad y jerarquía”. Estas líneas, recogidas en el ABC de Sevilla (13/09/1938) en un artículo titulado La mujer y el fascismo,  resumen la ideología de la prensa escrita de la época franquista; una prensa que el gobierno utilizó para desvirtuar el ideal femenino republicano que defendieron mujeres comoMargarita NelkenDolores Ibárruri, o Federica Montseny. De distintas ideologías y con más o menos acierto, ellas pretendieron situar a la mujer española en el lugar que la Iglesia y los diferentes sistemas patriarcales le habían negado siempre. Como representantes de un modelo femenino desprestigiado desde todos los ámbitos, sus nombres fueron criticados y despreciados en pro de la moral católica y de la “regeneración de la raza”.

Las autoridades golpistas encontraron una base científica en la que apoyarse, las teorías eugenésicas desarrolladas en la Inglaterra del siglo XIX por Francis Galton y continuadas en la Alemania nazi. En España, fue el doctor Vallejo Nájera el encargado de establecer la “incapacidad”  de hombres y mujeres de izquierda. En el campo de concentración de San Pedro de Cardeña (Burgos), con prisioneros masculinos de distintas nacionalidades que pertenecían a las Brigadas Internacionales, las Investigaciones psicológicas en marxistas femeninos delincuentes se llevaron a cabo en la prisión de mujeres de Málaga. El historiador catalán Ricard Vinyes Ribas, en su trabajo Construyendo a Caín. Diagnosis y terapia del disidente: las investigaciones psiquiátricas militares de Antonio Vallejo Nájera con presos y presas políticos, recoge alguna de las conclusiones de dichos textos: “Recuérdese, para comprender la activísima participación del sexo femenino en la revolución marxista, su característica labilidad psíquica, la debilidad del equilibrio mental, la menor resistencia a las influencias ambientales (…) cuando desaparecen los frenos que contienen socialmente a la mujer (…) entonces despiértase en el sexo femenino el  instinto de crueldad y rebasa todas las posibilidades imaginadas, precisamente por faltarles las inhibiciones inteligentes y lógicas…” En este contexto es fácil imaginar el tono que adquirieron las noticias relacionadas con las figuras femeninas arriba reseñadas.

Como dirigente del Partido Comunista español, Dolores Ibárruri Gómez se convirtió en objetivo importante de la prensa franquista. En los periódicos, su figura fue utilizada como símbolo de todo aquello que el régimen quería reprimir en su doctrina femenina. Las palabras recogidas del diario La Vanguardia Española (15/10/1960) no dejan lugar a dudas:”Dolores Ibárruri, La Pasionaria, es una de las figuras más tristes y de más envenenada historia, con abundar tanto éstas en el mundo comunista. Su nombre suena en los oídos españoles con acentos particularmente hirientes. Toda su actividad política fue un frenesí vengativo y rencoroso…”.

Un trato similar recibió Federica Montseny Mañé, dirigente anarquista y primera mujer en ocupar un cargo ministerial en España. En su caso, el agravio se inició ya con sus padres. De nuevo ABC de Sevilla (9/09/1937) se hacía vocero del gobierno: “Me trae a la memoria el recuerdo de Federico Urales y su mujer, Soledad Gustavo… ¡Qué excelente pareja de farsantes para llevar a un concurso o exhibir en una feria!… ¿habrá nacido allí Federica Montseny, la ex ministra de Sanidad del Gobierno de Valencia…? No lo sé, ni sabía tampoco que Soledad Gustavo hubiese nunca dado a luz otros engendros que los de su monstruosa imaginación

Margarita Nelken Mansberger, nacida en Madrid y de ascendencia judía, fue la figura femenina republicana que, con diferencia, recibió el trato más degradante en los diarios del momento. Su condición de mujer de ideología liberal unida a su origen la convirtieron en víctima propiciatoria de unos medios que no vacilaron en acusarla de los peores delitos. Así fue descrita en La Vanguardia Española (01/11/1949): “En la vida pública no hay más que hombres con faldas, cualquiera que sea su sexo. Y Doña Margarita Nelken, diputado, agitador comunista, agente a sueldo de Moscú, es un hombre público. Pocos habrán ejercido en estos últimos tiempos influencia más nefasta. En la galería de monstruos de nuestra historia contemporánea, tiene un puesto señalado por su propio derecho… serpiente con faldas, vagabunda sin patria y sin Dios… que envenenaba e inducía al asesinato a sus secuaces rurales y que hubiera traficado en drogas tóxicas o en carne humana…”

Éstos son sólo tres ejemplos representativos de lo que supuso para las mujeres españolas el triunfo de los golpistas en la Guerra Civil. Durante la 2ª República una serie de reformas sociales dejaron entrever un esperanzador futuro para un país inmerso en un atraso secular. Pero los nuevos gobernantes marcaron un antes y un después de la contienda fratricida y los medios de comunicación se convirtieron en medios de persuasión, en elementos indispensables para un poder que pronto recurrió al castigo y a la humillación de aquellos que defendieron la libertad: los perdedores. Socialistas, anarquistas, republicanos… no importaba la ideología, el nuevo régimen no hizo diferencias. Todos eran uno y hubo una definición para todos: comunistas.

El  modelo de mujer diseñado por el franquismo se concretó en una figura femenina cuyas principales labores consistían en ejercer de madre abnegada, esposa sumisa y devota cristiana. Un modelo que los medios se prestaron a divulgar y para ello no dudaron en recurrir a un discurso alejado del periodismo y próximo a la difamación. En ABC de Sevilla (20/11/1934) se podía leer: “...Como toda España las conoce, eso nos dispensa de designarlas por sus nombres. Aunque parezcan animadas y aún enardecidas por una noble fiebre idealista, no son más que aventureras de la política (…) es difícil que inspiren el menor interés porque ni son bellas, ni rebasan intelectualmente el nivel de cualquier modistilla francesa (…) Su feminismo empieza y acaba en la ropa. La más ilustre de todas ellas hubiera sido feliz con un marido que no fuese un fantoche y que la hubiese revelado las angustias y los placeres de la maternidad”.

Las figuras femeninas que destacaron en el espacio republicano no fueron muy numerosas, pero en un país en el que apenas se había comenzado a hablar de feminismo, su labor se tornó más importante y sus esfuerzos más valiosos. Se necesitarían muchos años para apartar del imaginario colectivo la negativa imagen de aquellas mujeres que se integraron en el espacio político de un país con una larga tradición arcaico-religiosa. Y aún hoy persisten ciertos estereotipos de género que parecen querer cuestionar y/o limitar su plena integración.

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