Novela une asesinato de alcalde republicano de Sevilla con la Semana Santa.

Novela une asesinato de alcalde republicano de Sevilla con la Semana Santa.
AGENCIAS/ 05/04/2023 09:35 <7 Alfredo Valenzuela
La figura del último alcalde republicano de Sevilla, Horacio Hermoso Araujo, asesinado en septiembre de 1936, ha sido rescatada en la novela “La huella borrada” (Plaza y Janés) por el periodista Antonio Fuentes Ruiz, quien relaciona el fusilamiento del edil con su empeño en que la Semana Santa de aquel turbulento año se desarrollara con plenitud.
“La vida del alcalde depende del Palacio Arzobispal”, fue la críptica frase con la que el general Gonzalo Queipo de Llano, protagonista de la cruenta represión en la ciudad, despachó a los cónsules de Bélgica y de Italia en Sevilla cuando fueron a interesarse, ya en septiembre, por la suerte de Horacio Hermoso, apresado por los franquistas desde el inicio de la Guerra Civil, el 18 de julio de 1936.
Hermoso fue fusilado finalmente el 29 de septiembre y se presume que sus restos están en alguna de las fosas comunes del cementerio de Sevilla, si bien eso aún no se ha podido demostrar, según ha dicho a EFE Fuentes Ruiz, quien ha recordado que los únicos años que la Semana Santa de Sevilla se celebró con normalidad durante el periodo republicano fueron 1935 y, ya siendo alcalde Hermoso, 1936.
En 1932 únicamente salió en procesión la hermandad de La Estrella, en 1933 no se celebró ninguna procesión y en 1934 solo salieron algunas de las cofradías más populares, mientras que las más antiguas y más ligadas a la derecha sociológica se negaron a salir.
La incomparecencia de las cofradías de Semana Santa en las calles se debió al ambiente enrarecido por el enfrentamiento político y social, y a un plante de las propias hermandades por el anticlericalismo del Gobierno y el que también se respiraba en la calle.
Miembro del partido de Manuel Azaña, contable de profesión con experiencia en el comercio local, Horacio Hermoso fue alcalde desde febrero de 1936 y, según la investigación histórica efectuada por Fuentes Ruiz, se volcó para que la Semana Santa se celebrara con todo su esplendor, para lo cual recabó fondos de la Diputación, del Gobierno Civil, de particulares y él mismo puso dinero de su bolsillo para que la celebración pudiera llevarse a cabo según la costumbre.
La actuación del alcalde pudo suponerle la inquina de sectores de la ciudad, cuyas élites no eran partidarias de que la celebración se desarrollara en un ambiente tan desfavorable que, según Fuentes Ruiz, achacaban al triunfo del Frente Popular en las últimas elecciones.
El interés del autor por Horacio Hermoso Araujo se debió a una charla que el hijo del alcalde republicano, Horacio Hermoso Serra, fallecido a los 95 años en diciembre pasado, ofreció en un instituto de enseñanza media de Gelves (Sevilla) sobre el periodo en el que perdió a su padre cuando solo era un niño de 8 años.
Todos los testimonios recogidos por Fuentes Ruiz coinciden en señalar que el último alcalde republicano de Sevilla fue un hombre bueno, un conciliador que llegó a la alcaldía por sus dotes como contable, ya que el ayuntamiento se encontraba asfixiado por las deudas contraídas por la celebración de la Exposición Iberoamericana de 1929.
Fuentes Ruiz ha recurrido a la ficción para cubrir los huecos que no ha podido desentrañar con la investigación histórica que ha efectuado para escribir “La huella borrada”:
“Horacio Hermoso fue un hombre desconocido antes de febrero de 1936, se vio atropellado por un contexto político, económico y social único en este país, en una Sevilla poliédrica donde intentaban convivir comunistas y anarquistas, falangistas, republicanos de todas las tendencias, aristócratas, monárquicos alfonsinos y carlistas, con un fervor religioso popular sin igual en otro territorio del país”.EFE