Progreso, el hijo brasileño de un anarquista fusilado por el franquismo en Valencia vuelve al lugar del crimen

El vástago del anarquista Bautista Vañó, enterrado en la fosa 21 del cementerio de Paterna desde 1939, cruza el charco para hacerse las pruebas de ADN

Progreso Vañó nació en Bocairent el 17 de noviembre de 1937. Su padre, sindicalista anarquista, fue fusilado el 15 de julio de 1939 y enterrado en las fosas comunes del cementerio de Paterna, poco después de la entrada de las tropas franquistas en Valencia. 85 años después, Progreso Vañó ha regresado al lugar del crimen desde Brasil, país al que partió la familia en pleno franquismo. “Ha sido una de las cosas más extraordinaria que me ha pasado”, dice el hijo del tejedor anarquista cuando apura los últimos días en el País Valenciano entre reencuentros familiares y visitas al cementerio de Paterna y a El Terrer, el lugar cercano al campo santo donde fueron fusiladas más de 2.000 personas en la inmediata posguerra. Pilar Taberner, presidenta de la Asociación de Familiares de Personas Fusiladas en la fosa 21 del cementerio de Paterna, recuerda la visita a los trabajos de exhumación de la fosa: “Fue un encuentro muy emotivo e íntimo, muy necesario para cerrar círculos”.

El hombre vive en Sao Paolo “desde hace 66 años” y ha regresado a su tierra natal para hacerse las pruebas de ADN y conocer de primera mano a los responsables de la asociación que, hace poco más de un año, lograron localizar al descendiente del primer fusilado de la saca del 15 de julio de 1939. “El primer objetivo era ir a Paterna y fue muy emocionante”, cuenta en un perfecto valenciano con un ligero deje brasileño.

La presidenta de la Asociación de Familiares de Personas Fusiladas en la fosa 21 del cementerio de Paterna, con la ayuda de colaboradores, inició una búsqueda de los descendientes mediante los registros civiles, las páginas amarillas y las redes sociales. Así dio con los bisnietos y luego con los nietos de Pogreso Vañó. “La búsqueda de Progreso es un ejemplo que muestra que cuando todas las instituciones, nuestra asociación, grupos de memoria, colaboradoras que nos han ayudado a buscar, se unen en un objetivo tan complejo, acaba siendo fructuosa”, sentencia Taberner.

Durante el proceso de localización contaron con la ayuda del historiador de Bocairent Pep Molina y del ayuntamiento de la localidad. “Con todos los datos aportados por Pep Molina, que nos hizo una genealogía maravillosa, descubrimos que habían tenido cuatro hijos y que, más o menos, cuando Progreso tenía 16 años se habían tenido que marchar a Brasil”, recuerda Pilar Taberner.

La última carta: “Me van a ejecutar”

Empezaron a tirar del hilo: “Una de nuestra colaboradoras buscó el apellido Vañó en ciudadanos de Brasil por redes sociales y acabó encontrando algunos bisnietos y me pasó los contactos. Escribimos con el traductor indicando el motivo de la búsqueda, algunos no eran. Nos pasaron con los nietos y, finalmente, con Progreso”. Un labor detectivesca que dio sus frutos. “Fue una gran alegría, recuerdo que fue un sábado de madrugada con la diferencia horaria cuando contestaron, era muy emocionante hablar con algunos nietos. Me contaron que conservaban la última carta manuscrita, que conocían toda la historia. Así como otras familias no sabían nada, su madre se había encargado de contarles todo”.

La carta enviada poco antes del fusilamiento (y conservada por la familia como oro en paño) la recita de memoria Progreso Vañó: “Con mi puño sereno y la conciencia muy tranquila, os escribo mis ultimas letras porque dentro de unas horas dejaré de existir, me van a ejecutar”. “Me deja profundamente conmovido”, dice Vañó.

La viuda se marchó a Brasil con sus cuatro hijos. El pequeño, llamado en España José Vañó, al pedir la documentación necesaria, descubrió que en el Registro Civil no se había alterado el nombre que le pudieron sus padres. “El fascismo no rebaja poner nombres como Progreso”. En Sao Paolo fue secretario del Centro Democrático Español, una entidad antifranquista de exiliados. Herederos de del pensamiento izquierdista de su padre fusilado, los cuatro hijos vivieron la dictadura militar brasileña, tras el golpe de Estado en 1964 contra el Gobierno democrático del presidente João Goulart. “Cuatro décadas de dictadura en mi vida”, lamenta Progreso Vañó.

A la vejez, ha podido visitar los trabajos de exhumación, a cargo de la asociación especializada Arqueoantro, en la fosa 21 del cementerio de Paterna. Los arqueólogos sólo han localizado dos de las sacas: “Todo parece indicar que son las 16 víctimas del 19 de julio y del 21 de julio, por lo que supuestamente aquí no se encontraría el padre de Progreso”, explica Pilar Taberner. La asociación de familiares está pendiente de exhumar en las zonas adyacentes de la fosa para localizar el resto de cuerpos, aproximadamente 53.

“Es un trabajo extraordinario a pesar de los pocos recursos, son cosas necesarias y urgentes”, concluye Progreso Vañó.

Foto.   Trabajos de exhumación en la fosa 21 del cementerio de Paterna. PILAR TABERNER

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