Rafael Adamuz: “Podrán seguir bajo tierra los muertos pero nunca podrán enterrar la esperanza de las víctimas y de sus seres queridos”.

Rafael Adamuz: “Podrán seguir bajo tierra los muertos pero nunca podrán enterrar la esperanza de las víctimas y de sus seres queridos”

El periodista y escritor se encuentra con sus lectores en la plaza de Las monjas este domingo (18.00 horas) en torno a la versión ampliada de ‘La Memoria Varada’. Afirma que “cuando se trata de rescatar la memoria, no nos podemos permitir parar” pese a la “cerrazón de nuestro país para con las víctimas del Franquismo”. Asegura que todas le piden lo mismo: “que no dejemos de gritar Justicia y Verdad”.

Cuando Rafael Adamuz (Granada, 1980) se puso frente al papel en blanco para escribir ‘La Memoria Varada’ tenía la clara intención de iniciar una batalla, una ofensiva sin rendición contra el olvido colectivo y el sufrimiento de quienes perdieron, sin conocer hasta entonces con detalle cómo ocurrió, a familiares entre los mineros juzgados y ejecutados por el régimen franquista tras los sucesos de La Pañoleta en 1936. El escritor y periodista de Canal Sur Radio Huelva disparó hace tres años con su relato sobre el primer macrojuicio franquista e hirió a su víctima, múltiples veces. Con cada lectura, con cada presentación, con cada intervención, con cada testimonio, con cada instante de conversación y denuncia, el olvido se ha visto mermado. Aún resiste, pero Adamuz ha formado una legión que no parará hasta la reparación de la memoria, una cuestión que exige más acción. Bajo una nueva apariencia y mayor contenido, de la mano de la Eitorial Pábilo la obra vuelve a la carga para continuar su travesía como la antítesis del Cabo Carvoeiro. Este domingo en torno a ella, autor y lectores, creyentes todos de que la reparación de la memoria es indispensable, ponen unos gramos más de arena en el reloj de la cuenta atrás hacia la justicia.

PREGUNTA.- Parece que su novela, lejos de estar varada, sigue su travesía. ¿En qué consiste su ampliación?

RESPUESTA.- El libro estuvo unos meses descatalogado al no renovar con la anterior editorial y seguían llamándome de librerías con nuevos lectores interesados. Estaba claro que tenía que salir de nuevo a la venta, así que, además de corregirla y darle una nueva estética, quisimos dotarla de contenidos que, o bien son novedosos, como el prólogo de Baltasar Garzón o la sentencia íntegra contra los acusados, o son muy significativos de cara a aquellos lectores que han seguido la trayectoria de la obra, como el discurso que pronuncié en EEUU invitado por la Universidad Internacional de Florida, entre otros documentos inéditos que sabíamos que iban a resultar atractivos para el lector. Si la travesía continuaba, tenía que hacerlo con nuevos aparejos a bordo.

P.- La obra no sólo ha crecido en contenido sino también en difusión, pues ha seguido dando charlas y participando en eventos relacionados con la memoria histórica. ¿Cuáles destacaría?
R.-
Sería injusto destacar alguno. Todos han tenido una repercusión, un impacto entre los asistentes, que han podido conocer de primera mano cómo se gestó esta historia. Por fortuna, el recorrido ha sido largo y variado, desde clubes de lectura hasta asociaciones de Memoria Histórica y ayuntamientos pasando por institutos de enseñanza, ferias del libro o ciclos literarios en lugares tan dispares como Riotinto, Camas, Nerva, San Juan del Puerto… pueblos cruciales en la obra, pero también en ciudades lejanas como Granada y, por supuesto, Miami, donde tuve el privilegio de dirigirme a un público extranjero que descubrió no sólo los hechos que se narran en La memoria varada sino también, a través de ellos, la cerrazón de nuestro país para con las víctimas del Franquismo.

P.- Un momento importante será la participación en la Feria del Libro. ¿Qué espera de ella?
R.-
Me siento orgulloso de formar parte de un cartel de grandísimo nivel y de mi feria, la decana de Andalucía. Sólo espero devolver tanto cariño y estar a la altura de las expectativas, que quienes asistan salgan con la sensación de haber aprendido más sobre los sucesos de La Pañoleta, sobre lo que supusieron en su día para muchas familias y sobre la importancia de que sigamos divulgando este tipo de hechos a través de la literatura. Cuando se trata de rescatar la memoria, no nos podemos permitir parar.

P.- Una de las muchas cosas buenas que ha conseguido su novela, además de crear conciencia social sobre los hechos relatados, es que ha reunido a los familiares de las víctimas para hacer fuerza y pasar del silencio a la acción.
R.-
A eso me refería antes. Si de algo me encuentro especialmente satisfecho tras la publicación de La memoria varada es de la reacción que ha generado entre los lectores en general y entre los descendientes de las víctimas en particular. Más allá de las ventas y del éxito comercial, están los lectores y aquellos a los que les unen lazos familiares con la obra. Fueron fusilados 68 onubenses y otra decena murió tras una emboscada. Hay nietos, sobrinos y biznietos de los protagonistas. En este tiempo he conocido a muchos de ellos y todos me piden lo mismo: que sigamos cabalgando hacia la reparación, que no nos rindamos ante la indiferencia, el desprecio o la burla de gobiernos y políticos que llevan dándoles la espalda ochenta y dos años, que no dejemos de gritar Justicia y Verdad. La acción, en ese sentido, tiene múltiples posibilidades. Un ejemplo de muchos: una de las descendientes de los protagonistas de mi novela ha creado una asociación de Memoria Histórica en San Juan del Puerto. Sólo por eso, sólo por ellos, merece la pena seguir. 

P.- ¿Qué comentario le ha llegado más adentro de todas las cosas buenas que se han dicho de su obra y cuál le parece más injusto entre las pocas malas?
R.-
Hay uno que resume a la perfección todo lo bueno que me ha devuelto esta novela: “gracias”. Ha sido la palabra más repetida por los lectores porque la mayoría conocía poco o nada sobre estos hechos y los han descubierto ahora. Muchos se sorprenden y se preguntan: ¿pero de verdad esto pasó aquí? ¿cómo es posible que esto no se supiera? Pues así fue. Para unos sucesos tan graves y lamentables, Huelva, por desgracia, también tuvo un papel protagonista. Fue el primer macrojuicio del Franquismo y el paradigma de lo que vendría después, la justicia represiva que se cebaría en toda España con miles de víctimas inocentes durante cuarenta años de Dictadura. De lo malo ha habido algún que otro insulto pero lo que más me jode es cuando esgrimen, en contra de la obra y su significado, el argumento barato y obtuso de que no hay que remover el pasado, que es mejor dejarlo como está, olvidar. Eso me molesta especialmente por dos motivos: primero, porque denota un desconocimiento absoluto -e interesado- sobre lo ocurrido, y segundo, porque se le falta el respeto a las víctimas.

P.- La obra también ha inspirado una canción a cargo de Gustavo Obermeller Lama muy descriptiva y emotiva. ¿Qué siente al escucharla?
R.-
No la había oído hasta el día de la presentación de esta edición. Le llamé para que la interpretara en un día tan especial y no dudó en desplazarse a Huelva. Cuando empezaron los primeros acordes ya me estremecí. No pude contener las lágrimas. Lo veía a él con la guitarra y al fondo al público emocionado con su música y el mensaje que transmitía. Había mucho dolor en la canción pero también mucha belleza, dignidad, rebeldía…. Fue un regalo. Y un homenaje a las víctimas. Le dije que había puesto banda sonora a La memoria varada.

P.- ¿Qué ha aportado la editorial Pábilo, que es de Huelva, a la continuación del proyecto?
R.-
Calidad en la nueva edición, frescura en la promoción, elegancia en la portada y el diseño interior, originalidad en cualquier acto o iniciativa que tenga que ver con el proyecto… pero, sobre todo, entusiasmo y pasión por él. Siempre se lo digo a Joaquín y Fede, mis editores: me siento muy contento de que fueran ellos los que publicaran una obra que ya mimaban incluso antes de que fuera suya.

P.- En un comentario suyo ha aparejado etimología y realidad al decir que la llamada Ley de Amnistía es olvido. ¿Confía en que el panorama cambie?
R.-
Fue parte de mi discurso en Florida. Amnistía viene del griego amnestía, que significa olvido. Nos dijeron: pasad página, no habléis de vuestros muertos, no preguntéis cómo, dónde y quiénes los asesinaron, olvidad para siempre lo que pasó. Pidieron un imposible. No se puede regular por ley algo tan íntimo como las emociones. Es como si nos obligaran a amar a alguien por decreto. Pretender borrar nuestra memoria es absurdo, máxime cuando padecimos un terrorismo de Estado flagrante tras un Golpe de Estado. Ahí están las cifras, que no paran de crecer. Claro que tenemos una cuenta pendiente como ciudadanos, como pueblo, con las decenas de miles de desaparecidos y con sus familias. Se lo debemos. Nos lo debemos como país. Otros muchos lo han hecho a través de leyes, de comisiones de la verdad… Nosotros no. Y sí, aunque se están dando pasos, confío en el que panorama cambie y se mitigue de una vez por todas el dolor de las víctimas. Hablo de exhumaciones, de reconocimientos públicos, de peticiones de perdón, de investigaciones judiciales… Podrán seguir bajo tierra los muertos pero nunca podrán enterrar la esperanza de las víctimas y de sus seres queridos. De eso estoy seguro. Y de que no pararán hasta conseguirlo.

P.- ¿Considera que los mayores olvidados ahora son los refugiados de Siria y los que continúan viviendo allí el conflicto?
R.-
Los de Siria, que es lo que más nos llega, y los que padecen las consecuencias de muchos otros conflictos armados o crisis humanitarias como los de Afganistán, Sudán del Sur, Somalia, Nigeria, Yemen… Es una vergüenza. Son los olvidados pero también lo son aquellos que esperan para saltar la valla de Melilla o los que llegan a nuestras costas en patera, los saharauis, las víctimas tibetanas… Todas ellas son víctimas universales de una situación de violencia, de injusticia, de pobreza, de hambre, de pandemias… y del olvido, que es lo mismo que decir indiferencia, pasividad, ineptitud, complicidad. Lo peor es que las seguirá habiendo. Somos un pueblo torpe y egoísta, incapaz o negado a equilibrar la balanza en un mundo quebrado del que todos somos responsables.

P.-¿Qué otros acontecimientos se suceden ahora y están en el silencio y el olvido y deberá rescatar el Rafa Adamuz del futuro dándole luz en otra novela?
R.-
Hay muchas opciones, desgraciadamente. Cuando publiqué La memoria varada me llegaron muchísimas historias que desconocía. Hubo una que me impactó desde el primer momento y empecé a trabajar en ella pero tuve que parar para dedicarle tiempo a otros proyectos a los que no podía renunciar. Espero retomarla pronto. Habrá más singladuras, de eso no tengo duda.