Ibán Díaz y Falconetti Peña retratan, a través de una ficción basada en hechos reales, cómo los últimos guerrilleros antifranquistas rendían su suerte a huir de una España anestesiada tras la posguerra

En la década de los 50 del siglo pasado, España estaba dejando atrás la posguerra para convertirse en una España anestesiada por el férreo control de la dictadura franquista. La disidencia empezaba a ser una excepción y el miedo y la depuración estaban dejando paso a un conformismo de pura supervivencia. Para la mayoría, salvo para aquellos que seguían dispuestos a atravesar las rendijas del régimen y reclamar un país republicano. De este modo y casi 20 años después de la Guerra Civil, aún quedaban guerrilleros contra el franquismo, que, en una huída hacia adelante, huían incluso de sí mismos. Esta realidad ha quedado plasmada en ‘El sótano’, un cómic que retrata la historia de los llamados “maquis” que se escondían en Sierra Nevada sin tener demasiado claro qué hacer en aquellos tiempos.
El sótano no busca mitos. Aquí no hay gestas ni héroes limpios. El relato arranca en Sierra Nevada y culmina en los suburbios de Sabadell (Catalunya), siguiendo el rastro de un puñado de guerrilleros derrotados que ya no luchan, solo escapan. “Lo que vamos a encontrar en ese contexto es gente machacada, derrotada, que solo quiere salvar el pellejo”, resume el dibujante, que quiso retratar “una historia más humana que épica”. Y lo hace con trazos sombríos y grises, dibujados en tinta sobre papel, sin concesiones a lo amable.
La historia se apoya en hechos reales recogidos por el propio Falconetti Peña en su investigación sobre la guerrilla andaluza, basada en entrevistas a antiguos maquis de Granada y Málaga. El protagonista, sin embargo, es el enemigo: no es un guerrillero, sino un guardia civil encargado de perseguirlos. Inspirado en un personaje real, Díaz Parra lo dibuja como un hombre ambiguo, moralmente deteriorado, que arrastra consigo un aire de derrota y termina, como los demás, viviendo en los márgenes. “La historia la protagoniza el malo: un guardia civil que persigue a los maquis hasta Sabadell y acaba en la marginalidad”, resume.
El relato se enmarca en un tiempo indefinido, donde la lucha ya no tiene sentido y la clandestinidad se convierte en pura inercia. Son los últimos coletazos de la resistencia armada, una resistencia sin recursos, sin esperanza, sin horizonte. “Los maquis ya estaban fuera de época, desubicados del contexto político, abandonados y machacados. Hacían la guerra por su cuenta”, explica Díaz Parra. La suya es una derrota silenciosa, sin épica ni focos, donde apenas queda espacio para algo más que la fuga.
Desde las montañas del sur hasta los barrios autoconstruidos del extrarradio catalán, ‘El sótano’ narra también el éxodo andaluz que acompañó a miles de familias en busca de trabajo. “La solución al problema agrario andaluz fue la emigración. Lo que se deja atrás es un campo vacío y desestructurado”, reflexiona Díaz Parra. En ese nuevo escenario urbano, que es una de las mayores inspiraciones del autor, los viejos combatientes quedan doblemente desplazados: del campo y de la historia.
Para Ibán Díaz, el cómic es más que un medio estético. Es una herramienta política. “Es como hacer tu propia película con pocos medios”, dice. El formato les permite, además, esquivar filtros y tratar temas incómodos con una crudeza que pocas editoriales comerciales aceptarían. “Nos interesan personajes profundamente humanos, que cometen errores. No queremos hacer héroes míticos”.
La voluntad de memoria es clara, pero no busca nostalgia ni venganza. ‘El sótano’ plantea preguntas incómodas sobre el silencio posterior, sobre el precio de resistir y sobre el lugar que ocupa -o no ocupa- esa historia en la memoria colectiva andaluza. Es también un retrato de la derrota, pero no como fracaso, sino como una forma de testimonio. “Son temas políticamente complicados, pero el cómic te permite tratarlos sin pasar por el filtro de lo políticamente correcto”, concluye Díaz Parra.