Sevilla. “A la mayoría de los jueces parece darles miedo aclarar lo que pasó”

“A la mayoría de los jueces parece darles miedo aclarar lo que pasó”

andalucesdiario.es / MARÍA SERRANO / 11 Sep 2015
 
Ahora son octogenarios, sus padres fueron fusilados al comienzo de la Guerra Civil pero sus cuerpos nunca se han recuperado. Hoy han podido contárselo todo a una juez de Sevilla, aunque lo han hecho por orden de la magistrada argentina que abrió una investigación por crímenes de lesa humanidad en la guerra y la dictadura franquista. La cita de hoy es fruto del compromiso con la justicia universal de una jueza que se parece poco a sus colegas españoles: “A la mayoría de los jueces parece darle miedo aclarar lo que pasó en un país que ha olvidado demasiado pronto”, se quejaba Antonio Narváez, hijo de víctimas de la represión.

La de hoy ha sido una declaración muy emotiva y bastante atípica en una sala de vistas cuando se trata de crímenes del franquismo: los dos ancianos, acompañados de familiares y amigos, se han encontrado a una juez muy colaboradora que les ha facilitado las cosas. Antonio Martínez tenía tres años en 1936 cuando mataron primero a su padre y después a su madre en Marchena; Antonio Narváez tenía 3 meses cuando ejecutaron a su padre en Escacena.

‘PRIMERO MI PADRE Y LUEGO MI MADRE’

Tras la reunión preparatoria antes del juicio, Antonio Narváez y Antonio Martínez, de 80 y 78 años respectivamente, apuraban ayer las últimas horas hasta la gran cita de hoy en el juzgado número 8 del Prado de San Sebastián, Sevilla. Por primera vez un juez iba a tomarles declaración sobre sus familiares asesinados durante el franquismo, al inicio de la Guerra Civil en el marco de las actuaciones de la jueza argentina María Servini de Cubría, que desde abril de 2010 investiga las violaciones de derechos humanos de la dictadura franquista. Dichas comparecencias se realizan tras la petición de Servini, en la única causa penal a nivel mundial abierta contra los crímenes del franquismo acontecidos en el estado español.

“Llega tarde pero parece que va a llegar”, apuntaba ayer Narváez, el más mayor de los declarantes. “Llamaba a mi abuela Carmen mamá porque a mi padre me lo mataron el primer día de guerra en Marchena (Sevilla) y a las dos semanas se llevaron a mi madre”. Desaparecidos sin rastro alguno, Antonio vivió desde los tres años con la amargura y dolor de no saber ni qué paso, saliendo adelante sin ningún tipo de respuesta. “Mi abuela no quería sacar el tema. Era demasiado duro para ella. Los primeros años de mi infancia la recuerdo viviendo en un llanto permanente”. En aquella guerra perdería a sus dos de sus hijos y a su yerno.

TUMBA SIN NOMBRE PARA UN JORNALERO

En 2004 quiso romper aquel silencio que comenzó siendo apenas un niño. Sus padres, Enrique y Concepción, fueron asesinados en el verano del 36 y solo tenían 32 años. “Mi madre era analfabeta, la pobre ¿en qué política iba a estar metida?”. Su padre corrió peor suerte al ser alcanzado por una bala desde una ventana el primer día del golpe. “Herido se lo llevarían al hospital y allí lo dejaron morir. Era jornalero y nadie sabe dónde lo enterraron”.

En 2004, Narváez se acercaría al Ayuntamiento de su pueblo, que no pisaba desde hacía treinta años después de tanto dolor. “Dejé la documentación de ellos allí para preguntar por la muerte de mis padres y después de once años no he recibido ninguna respuesta”.

A Antonio Martínez no le daría ni tiempo a conocer a su padre. No recuerda ni su cara. Los recuerdos de su madre y de sus seres más cercanos han sido el único legado que le ha llegado de aquel jornalero que sufrió prisión durante veinte días en la cárcel de Ranilla para ser posteriormente fusilado en las tapias del cementerio de Sevilla. Manuel Martínez Domínguez nunca se había metido en política, tampoco había hecho mal a nadie en su pueblo, Escacena del Campo (Huelva).

“Mi tío recuerda el día que llegó a la cárcel y no estaba. Trabajaba en el puerto y aquella mañana, a su llegada, recibió una americana de mi padre que le dejó un paisano que estaba por allí la noche antes del fusilamiento”, aclara.

La lucha de Martínez viene de hace más de dos décadas. “Me acerqué al Ayuntamiento de Sevilla en los 80 y por más que preguntaba nadie me decía si mi padre estaba en una fosa”. En el camposanto hispalense se ubican al menos cinco fosas de represaliados por la dictadura. Martínez cree que su padre se encontraría en una de las de mayor tamaño, conocida como la del “campo de fútbol”, con más de tres mil posibles víctimas, tras las investigaciones realizadas por el historiador José María García Márquez.

Narváez recuerda cómo llegaron a esta situación tras la retirada del juez Garzón en el año 2006. La jueza argentina María Servini abrió un proceso desde un juzgado de lo criminal de Buenos Aires por crímenes de lesa humanidad.

Carpetas, documentos, fichas, fotos. Todo estaba preparado para las declaraciones de hoy, en las que ha estado presente la Plataforma Andaluza de Apoyo a la Querella Argentina. Paqui Maqueda, uno de los miembros más activos de la misma, explicaba a los dos Antonios los detalles. “El día será duro pero vamos a estar ahí porque es el principio de otra etapa. Solo esperamos que algún juez español empiece pronto a tomar ejemplo”, apuntaba Maqueda.

Las declaraciones de Paque Maqueda se pueden ver en el siguiente enlace: 

https://www.youtube.com/watch?v=76R0yqG_IY4&feature=youtu.be