Sevilla. ACTUALIZADO. El comandante Castejón se queda sin medalla.

  • Le concedieron en 1961 la Medalla de Oro de la Ciudad

  • El Ayuntamiento retira los honores al comandante de la Legión

  • El comandante se sublevó el 18 de julio de 1936

  • Sus métodos se hicieron célebres por su crueldad

  • El acuerdo, promovido por IU, fue adoptado por unanimidad

El Mundo. FRANCISCO JAVIER RECIO Sevilla / Actualizado: 02/05/2015 10:58 hora

«Estamos decididos a aplicar la ley con firmeza inexorable: ¡Morón, Utrera, Puente Genil, Castro del Río, id preparando sepulturas! Yo os autorizo a matar como a un perro a cualquiera que se atreva a ejercer coacción ante vosotros; que si lo hiciereis así, quedaréis exentos de toda responsabilidad». Queipo de Llano daba órdenes medievales y tronaba blasfemias desde los micrófonos de Radio Sevilla y sus huestes -legionarios, regulares, falangistas…- las cumplían con una entusiasta crueldad en media Andalucía.

A algunos, las arengas del general golpista apenas si les hacían falta.Venían de África con la lección bien aprendida en decenas de refriegas con las cabilas rifeñas. Allí, la represión entre la población civil había sido moneda común desde el desastre de Annual. Y lo que valía para los moros, valía para los rojos.

Entre los elementos más valiosos para Queipo estaba Antonio Castejón Espinosa (Manila, Filipinas, 1 de junio de 1896 – Madrid, 2 de julio de 1979), comandante de la Legión, que había participado en los preparativos del golpe. Su papel en la contienda fue clave para el Ejército sublevado; y su memoria, dolorosa para los perdedores. Héroe para unos, ‘carnicero’ para otros, las instituciones franquistas le siguieron reconociendo su papel décadas después de terminada la contienda.

Sevilla no se quedó atrás. En julio de 1961, vigesimoquinto aniversario del golpe, el Ayuntamiento presidido por Mariano Pérez de Ayala y Vaca le concedió su Medalla de Oro. Su otorgamiento, según la moción de la Alcaldía que la sustentaba, se justificaba «tanto por los servicios preeminentes prestados a la ciudad como por aquellos otros que, nimbados de gloria y esmaltados con los lauros del triunfo, hubo de prestar con arrojo singular a la Patria». Aún la ostentaba hasta el martes pasado, cuando el pleno municipal aprobó por unanimidad retirársela. El ‘héroe/carnicero’ se queda sin la medalla.

Tomó la Macarena a sangre y fuego. «La limpieza fue rápida y eficaz», dijo después

Su primera acción en el golpe militar consistió en sitiar el 17 de julio al Alto Comisario del Protectorado de Marruecos. Pero la ‘gloria’ le esperaba en la península. Un par de días después aterrizaba en el aeródromo de Tablada a bordo de un Fokker, en compañía de algunos de sus legionarios. Con ellos formó una columna, acrecentada con soldados de destacamentos sevillanos y voluntarios -falangistas, básicamente-, y se puso a las órdenes de Queipo, que le ordenó tomar los barrios donde se habían formado grupos de resistencia, Triana y la Macarena.

Con un alto grado de improvisación, el 20 de julio Castejón y sus hombres cruzaron el puente de San Telmo, pero se encontraron con una resistencia mayor de la previsible. En su imprescindible libroSevilla 1936: del golpe militar a la guerra civil, Juan Ortiz Villalba relata con detalle cómo se organizó la toma de Triana al día siguiente: tres grupos de tropas se situaron en otros tantos accesos al barrio, los puentes de San Telmo, Isabel II y la desaparecida Pasarela del Agua, junto a Plaza de Armas. «Triana fue tomada a sangre y fuego […] Las casas desde las que les disparaban o no les abrían voluntariamente las puertas, las ametrallaban y asaltaban utilizando granadas de mano», escribe Ortiz Villalba, que no duda en calificar la acción como una razzia. Unos meses más tarde, Castejón lo explicó así: «Yo me limité a dejar sobre el cuerpo de cada asesinado el cadáver de un asesino en forma de cruz». Pero lo cierto, explica Ortiz Villalba y certifican otros historiadores, es que apenas si había cadáveres en los barrios resistentes antes de la entrada de los sublevados, y «quedaron muchos después de que los ocuparon».

La estrategia utilizada en Triana se trasladó a la Macarena, también con Castejón al mando. «La limpieza fue rápida y eficaz», escribió posteriormente el comandante. Acrecentado su prestigio militar con estas acciones, recibió la orden de Queipo de tomar varias poblaciones cercanas a la capital para garantizar la llegada de suministros desde Cádiz. Ocupa Morón y Puente Genil, donde se repiten fusilamientos y una dura represión sobre los representantes de la izquierda y sus familias. Con las provincias del suroeste bajo el control de Queipo, Castejón marcha hacia Extremadura. El objetivo es conectar con las tropas de Yagüe e iniciar así el cerco sobre Madrid.

Sangrienta represión en Zafra

Pueblo a pueblo, la columna avanzó provocando el terror. Los historiadores relatan con una especial crudeza la represión en Zafra: «Ordenó hacer una lista de los elementos significados de la izquierda y permitió que la gente de derechas pudiera salvar a algunos. Pero puso una condición: por cada persona que salvaran, tendrían que señalar a otra para que así la lista no disminuyera en número», explica Francisco Espinosa, autor, entre otros libros, de La columna de la muerte, en el que se narra el avance de Castejón por tierras extremeñas. La columna abandonó Zafra con la fila de prisioneros, y en cada cruce del camino fusilaba a siete u ocho de ellos. De ese episodio le quedó a Castejón el apodo de ‘carnicero de Zafra’.

En Badajoz, protegió a la familia de Luis Castelló, ministro de la Guerra republicano

Héroe para la historia oficial de los vencedores, ‘carnicero’ para aquellos que sufrieron sus actos de represión, la guerra tiene también sus resquicios. Está constatado que Castejónprotegió en Badajoz a la familia del general Luis Castelló, ministro de la Guerra en el Gobierno republicano desde los primeros días de la contienda, del que había sido ayudante.

Dolores Castelló Gauthier, hija de éste, asegura en el libro Retazos de la vida del general Castelló que, años más tarde, oyó decir a Castejón que «había tenido que dar órdenes tan duras en la guerra que le habían costado noches y noches de insomnio», y asegurar que «a sus legionarios no les toleraba ningún desmán». Su columna fue la primera en entrar en Badajoz, pero siempre negó haber tenido relación con la horrible matanza realizada en la plaza de toros de esa ciudad. Así lo han ratificado historiadores que han estudiado aquellos recientemente aquellos hechos, y que atribuyen la decisión a Yagüe.

Acabada la guerra, ocupó distintos puestos. Firmó en 1942 la sentencia de muerte del falangista Juan José Domínguez Muñoz, implicado en el atentado de Begoña contra los tradicionalistas. Años más tarde, en 1964, se entrevistó con su viuda y le pidió perdón: «Firmé en contra de mi voluntad», le dijo. En 1957volvió a Sevilla como capitán general, y participó activamente en las tareas de ayuda a la población con ocasión de las inundaciones de 1958 y 1960, actos que el Ayuntamiento también valoró para la concesión de la medalla. Pero ya era demasiado tarde para compensar el terror que antes había sembrado entre aquellas mismas gentes.

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El Ayuntamiento retira la medalla de Sevilla al comandante Castejón

ABC | M. D. A. | Sevilla | 29-4-2015

Lideró la columna que sofocó a sangre y fuego la oposición al Alzamiento en barrios como Triana o La Macarena

En julio de 1961, el Pleno del Ayuntamiento aprobó conceder la medalla de oro de Sevilla al entonces capitán general de la II Región, Antonio Castejón Espinosa. La moción municipal recordaba que Castejón acudió «al auxilio de la ciudad, cuyos barrios y arrabales eran teatro de los crímenes y desafueros de los marxistas».

ABC, en una crónica del 14 de julio de ese año, recordaba cómo Castejón llegó a Sevilla el 20 de julio de 1936; al día siguiente ocupó el barrio de Triana; el 22, San Julián y la Macarena y luego su columna recorrió Valencina, Castilleja de Guzmán, Camas, Manzanilla, Villalba del Alcor, La Palma del Condado, Utrera, La Algaba, Morón de la Frontera, Osuna, Aguadulce, Lora de Estepa, Estepa, La Roda, Casariche y Herrera.

La medalla de oro de la ciudad de Sevilla se sumaba a su nombramiento como hijo adoptivo de la mayoría de «los pueblos liberados por su columna» y se produjo cuatro años después de recibir la medalla de oro de Morón de la Frontera. La medalla le fue impuesta ell 18 de julio de 1961, en el que Sevilla recordó el XXV aniversario del Alzamiento con un gran desfile militar. Según reflejan las crónicas, su mujer, Mercedes, recibió un año después la medalla de oro de la ciudad de Jerez.

Cincuenta y cuatro años después, el Pleno del Ayuntamiento democrático aprobó ayer por unanimidad retirarle esa medalla, a propuesta de IU. Su concejal, Luis Fernández, recordó que Castejón no sólo fue uno de los militares que se sublevaron contra la II República sino que lideró una columna militar de «mercenarios norteafricanos y soldados italianos» que en Triana, San Julián o la Macarena «pasó a cuchillo» a muchas de sus víctimas, y luego pasó por Camas, Santiponce, Lora de Estepa «llenando los caminos de gente que todavía está en las cunetas». «Fue apodado como el carnicero», resaltó Fernández, quien defendió que, dado el dolor y sufrimiento que causó, no merecía la condecoración de la ciudad.

La iniciativa fue respaldada por el PSOE, cuyo concejal Joaquín Díaz, señaló que el comportamiento del comandante Castejón durante la Guerra Civil, fue «especialmente deplorable». Díaz subrayó que la ley de Memoria Histórica obliga a retirar acuerdos que exalten el golpe de Estado contra la II República.

El PP apoyó la moción en un Pleno en que se aprobó también la propuesta del PSOE de retirar varios símbolos franquistas en espacios públicos de la ciudad:, una placa conmemorativa del Alzamiento en el Palacio de Yanduri, otra en la fachada del convento de la Encarnación, un escudo con el águila de San Juan en la antigua escuela de Magisterio en la calle Recaredo, un escudo en la entrada del Real Alcázar, una cerámica en las Reales Atarazanas y los escudos de la sede de Aduana o la subdelegación de Defensa. Asimismo se cambiarán los nombres de las calles de dos aviadores del bando nacional, Sebastián Recasens y Tomás Murube.

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