Sevilla. Lo que el fusilado opina del despilfarro

Lo que el fusilado opina del despilfarro

El dos de diciembre la asamblea de la Gavidia convocó frente al Ayuntamiento de Sevilla una manifestación contra la paralización de la memoria democrática por parte del nuevo alcalde, José Luis Sanz.
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En Plaza Nueva, a las once y cuarto de la mañana del dos de diciembre, comienza a montarse la carpa. Los colores de la bandera republicana ondean detrás del micrófono y decoran el suelo, enmarcados por fotos en blanco y negro de represaliados. Debajo de estas, algo de información. Asesinado. Desaparecido. La fecha de una muerte. La fecha de una desaparición. Rostros jóvenes y mayores, finos y toscos, todos unidos formando un marco alrededor de la bandera. Unidos por un recuerdo suprimido. ¿Qué opinarán del despilfarro económico? Por desgracia, los muertos no opinan. Precisamente por opinar, muchas veces, es por lo que están muertos. O por estar cerca de alguien que opina. O por ser sospechoso de opinar.

Encima de la bandera, a un metro de distancia, hay un cartel que reza: ¡Alcalde, no mientas! Cumple las leyes de memoria democrática. Durante el acto, se explica que los trabajos de exhumación se han paralizado. Estaba previsto exhumar la fosa común

Monumento, pero no llegó a realizarse la partida. En la fosa, se prevé recuperar más de 2000 cuerpos, aún más que en Pico Reja, de la que se recuperaron los restos de 1786 represaliados y otros casi 7000 fallecidos. Un porcentaje pequeño del total, dado que, como se recordó durante la concentración, en Andalucía aún hay más de 45.000 desaparecidos repartidos en 708 fosas comunes.

“No es cuestión de subvenciones, es cuestión de que las administraciones públicas tomen acción y se encarguen”

Otra de las medidas del gobierno del Partido Popular, contra la que se organizó la protesta, ha sido la paralización del dispositivo para la recogida de muestras de ADN. Anteriormente, si alguien quería realizarse una prueba de ADN para comprobar si coincidían con alguno de los restos exhumados, las asociaciones memorialistas lo dirigirían al dispositivo del ayuntamiento. Ahora, explica Concha González, arqueóloga que participó en la exhumación de Pico Reja, se les dirige a Granada, de donde reciben un kit de la universidad. “La mayoría de los solicitantes son personas mayores, que tienen ya una mayor dificultad para desplazarse”, explica, “Se les envía el kit, que necesita de cierto control dado que puede estropearse por culpa de los hongos.”

Las asociaciones memorialistas, además, disponen tan solo de un mes para presentar los proyectos que les permiten recibir las subvenciones que financian su trabajo. Un plazo que, durante la concentración, Gonzalo Acosta, coordinador de la base de datos Todos los Nombres, calificó en privado de “risible”. “Se están poniendo todas las trabas posibles”, declaró. El alcalde, por su parte, ha asegurado no realizar ningún cambio, continuando su discurso como político apolítico. Alguien preocupado con el bienestar de los ciudadanos, pero sin una ideología. De hecho, en noviembre explicó que los nuevos presupuestos aprobados carecen de “líneas ideológicas”. Al parecer, la parálisis de la memoria democrática es un acto carente de política e ideología, al igual que declarar, como hizo el alcalde en junio de este año, que en materia de memoria había “un poquito de despilfarro.”

Sin embargo, si uno va a la página web de Vox, ya el 23 de enero de este mismo año proclamaban que cerrarían la Oficina municipal de la Memoria Histórica. Califican, además, la ley de Memoria Democrática como “adoctrinamiento totalitario” y la oficina como una forma de malgastar recursos mirando al pasado de forma sectaria. El gobierno local, por su parte, se justifica desde la apolítica y la no-alineación. En realidad, son los colectivos memorialistas los que quieren hacer política con la memoria. El cierre y paralización es tan solo una cuestión económica, nada más. De hecho, las competencias pertenecen a la Junta, y el ayuntamiento no debería tener nada que ver con el tema. Mientras tanto, los ediles de Vox hablan abiertamente de adoctrinamiento sectario y de mirar al pasado inútilmente. El resultado final es el mismo, sin importar si el argumentario es político o “apolítico”: la oficina está cerrada y los muertos siguen en la fosa, opinen lo que opinen.

Al parecer, la parálisis de la memoria democrática es un acto carente de política e ideología, al igual que declarar, como hizo el alcalde en junio de este año, que en materia de memoria había “un poquito de despilfarro.”

Sin embargo, alejados de la lectura apolítica del alcalde, Gonzalo Acosta y Ana Sánchez, familiar de represaliados, coinciden en que lo que hace falta es precisamente política. “Lo que se necesita es una política, un trabajo estructurado”, explicaba Acosta. Continuaba declarando que “no hacen falta gestos, está bien cambiar nombres de calles, pero lo que hace falta es que se encarguen de lo difícil.” Sánchez, por su parte, se mostró de acuerdo con las palabras de Acosta. “No es cuestión de subvenciones”, explicaba, “es cuestión de que las administraciones públicas tomen acción y se encarguen”. Antes de que comenzase el acto, Carlos Aristu, secretario general de CCOO en Sevilla, dijo que “esto no va ni de izquierda ni de derecha”. Puede parecer una declaración que contradice lo que expresaron Acosta y Sánchez. Sin embargo, una idea puede ser política y, al menos teóricamente, estar por encima de la dualidad ideológica. Se supone que el respeto por los derechos humanos, concretamente el derecho universal a un entierro digno es intocable, independientemente del espectro político.

Durante el acto, antes de pasar a los textos elaborados y recitados por el alumnado de dramaturgia de la Escuela Superior de Arte Dramático de Sevilla, se evoca la imagen de la memoria como una herida sin atender. Eventualmente, la infección se apodera de la zona. Si se continúa sin medicar, llega a la sangre y de ahí, en poco tiempo, se vuelve letal. El valor del dinero alcanza su pico de relatividad cuando se habla de cosas importantes, por ejemplo, la vida. Para muchos, toda vida es única e irremplazable, por lo que escatimar en recursos a la hora de salvarla, es un acto mezquino. La memoria es la aorta de la democracia. Si se considera esta un sistema irreemplazable, hacer que pare de sangrar urgentemente es un buen primer paso.

Desde el Ayuntamiento se ha hablado de despilfarro, de una reestructuración apartada de las ideologías que, casualmente, toma la muy política decisión de paralizar la memoria democrática en Sevilla, coincidiendo con las muy políticas promesas de Vox. En el acto, se habla de otras cosas. Se habla de la búsqueda de justicia, por parte de memorialistas y por parte de familiares, a menudo perteneciendo la misma persona a ambos grupos. Los alumnos de dramaturgia, ayudados de testimonios de familiares, tratan de sonsacarle una opinión a los muertos. Lo consiguen. Los muertos opinan de la clase de política que está por encima de las ideologías. Los represaliados hablan, o hablarían, de justicia, de promesas rotas, de la barbarie que sufrieron y de recibir un merecido descanso, para ellos y para sus familias.

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