SIN RECONOCIMIENTO NI JUSTICIA, por Luis A. García Bravo

SIN RECONOCIMIENTO NI JUSTICIA, Luis A. García Bravo

junio 2018

Han pasado ya unos años desde que tuvimos la dicha de conocer a aquellos guerrilleros que a pesar de su edad seguían reivindicando que ellos fueron el último brazo armado de la República y resistieron en los montes de toda nuestra geografía hasta el final.

Ya para muchos de ellos su reloj biológico se paró y no están entre nosotros, y los pocos que aún quedan y a pesar de su edad aún siguen luchando.

Lo cierto es que se van de entre nosotros, sintiéndose traicionados y sin que se les haya hecho justicia. Ellos, los guerrilleros y guerrilleras, fueron el último testimonio de una República que no se dio por vencida. Defensores de la democracia frente a la dictadura, intentaron que su lucha fuera la última batalla de la causa republicana.

Su objetivo principal fue, a lo largo de toda su existencia, el de liberar a España de la opresión franquista, materializándolo en una constante oposición armada y en la resistencia a la dictadura.

Las pretensiones de la guerrilla organizada eran establecer una organización del llano, una red de enlaces y colaboradores reclutados entre ciudadanos y ciudadanas antifascistas en las localidades y entre quienes de algún modo tuvieron alguna vinculación familiar.

Los guerrilleros llevaron los objetivos de su lucha a los ciudadanos, a pueblos y ciudades, haciendo propaganda en los mítines de los valores de la República, que se cerraban con un “Viva a la República”. Crearon en algunos lugares de la geografía comités de la Unión Nacional y consejos de resistencia.

GUERRILLERO/A Y SUS COLABORADORES

La guerrilla, y quienes la componían y colaboraban con ella, fueron hombres y mujeres con ideales de libertad. Anarquistas, comunistas y antiguos miembros de la UGT, quienes tenían como único objetivo por el que lucharon y murieron el derrocar el régimen franquista impuesto por la fuerza. Decidieron hacerlo por la vía armada en los montes, contando con ayuda de personas en las ciudades, amparados en la clandestinidad con la esperanza de que las organizaciones políticas y sociales volvieran a España tras la guerra y la posguerra.

Su lucha armada duró desde 1938 hasta los años 50, en que sería erradicada la guerrilla, y con anterioridad, en el año 1944, se organizaron, por parte del Partido Comunista de España y del movimiento libertario, grupos que decidieron combatir a la dictadura, desde lo que se dio en llamar las guerrillas urbanas o del llano; grupos estos que tuvieron vinculación con las formaciones políticos y sindicales en la clandestinidad, llegando a actuar en algunas zonas o capitales de España hasta bien avanzados los años 60.

LA DEUDA PENDIENTE

Durante mucho tiempo se les persiguió encarnizadamente, llamándoles bandoleros, aplicándoles la ley de fuga, sufriendo ellos y sus familiares vejaciones y persecuciones. Pero el 16 de mayo de 2001, el apelativo de bandoleros quedo atrás; desde este día y para siempre los guerrilleros antifranquistas están situados en la Historia en el lugar que les corresponde, por su voz, por su palabra, por sus hechos y por el reconocimiento del pleno del Congreso. Hoy todos ellos han pasado a formar parte de nuestra memoria histórica.

Pero este su país, España, tiene para con los guerrilleros antifascistas españoles una deuda, la de reconocerles como lo que fueron, el último brazo armado de la República. Su voz, durante todos estos años de democracia, ha seguido sonando a través de comunicados dirigidos a la opinión publica y en el Parlamento de la nación, que a día de hoy aún sigue en deuda con los guerrilleros y guerrilleras antifranquistas españoles.

Ellos, soldados de la República, siguen esperando el ser reconocidos por ese principio existente en algunas constituciones europeas modernas, el principio de resistencia frente a la opresión y la tiranía, pues muchos de ellos dejaron sus vidas y sufrieron toda clase de vejaciones por defender derechos que durante todos estos años han demandado y solicitado a todos los gobiernos desde la muerte del dictador.

La realidad a dÍa de hoy

Hoy, cuando roncas sus voces y cuando el implacable reloj biológico sigue su curso implacable, solamente quedan muy pocos de aquellos últimos defensores de la República entre nosotros, esperando el tan merecido reconocimiento jurídico, militar y social, como lo que fueron, los últimos soldados de la República.

Este es un grito que recorre llanuras y montañas. Sus voces libres van y gritan a los cuatro vientos. Son luchadores siempre, en el campo y en la ciudad, ya que la voz de los guerrilleros ni el fascismo aplastó. Seguirán pidiendo y exigiendo que se les dé el verdadero lugar en la historia, que se les reconozca, jurídica y socialmente el papel de su lucha contra la dictadura franquista.

Porque ni el dolor ni la miseria les impedirán vencer y el recuerdo de los que se fueron y de los que aún están seguirá adelante sin jamás retroceder hasta el final.

Que su lucha sea la de todos los hombres y mujeres que creen en un país libre y democrático, sean sus reivindicaciones un objetivo prioritario en la lucha por la verdad, la justicia y la reparación.