Tomás Iglesias: izquierda y derecho.

Ampliar los espacios de justicia y libertad desde el marco de la legalidad fue un constante de su trabajo. Y además acompañó ese quehacer procesal con una profunda reflexión sobre la función de los juristas.

Luis Ocaña Escolar,  Abogado y profesor asociado de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social en Universidad de Sevilla / 16 oct 2023 13:03
 La trayectoria y el pensamiento de Tomás Iglesias Pérez era merecedora del libro que le ha dedicado Antonio Roldán. Quien fuera alcalde de Conil ha acertado plenamente elaborando la biografía de uno de sus más destacados vecinos. Antonio lee a Ferrajoli y escribe sobre Tomás Iglesias. Sin ser jurista. Porque es maestro. Y con este libro nos lo demuestra en todas acepciones del término. Estamos ante un caso en mayúsculas de recuperación de la memoria democrática en Andalucía.

La vida –y obra- de Tomás Iglesias no solo es relevante socialmente, sino muy ilustrativa para orientar a cualquier jurista de izquierdas comprometido con la justicia y la democracia. Seminarista, estudiante universitario rebelde frente a la dictadura, militante antifranquista, activista del Partido del Trabajo, abogado, profesor, estudioso del Derecho y sobre todo, persona de bien. En todas las facetas vislumbramos su bonhomía .Y esto brilla tanto que nos deslumbra, incluso, a quienes no lo conocimos personalmente.

La tan utilizada expresión “comprometido con su tiempo”, pasa en este caso de estar manoseada a cobrar su máximo sentido. Estamos ante un abogado de izquierdas. Profundamente de izquierdas. Y que opta ideológicamente, sin ambages, por opciones políticas revolucionarias en un contexto represivo y complejo: la dictadura franquista. El que nunca abandonara esta línea de coherencia y compromiso democrático en toda su trayectoria, es quizás más relevante todavía. Pero además, desde su quehacer profesional se dedicó a trabajar para quienes más lo necesitaban: trabajadores y jornaleros.

Tomás Iglesias fue un abogado laboralista. Muy recordado por todos los operadores jurídicos, esto nos conduce a adentrarnos en algunas de sus aportaciones. Y es que las aportaciones jurídicas de Iglesias no son, para nada menores. A su trabajo le debemos el desarrollo de conceptos tales como el despido radicalmente nulo, la autocrítica que formula en relación con la amnistía laboral, la propuesta de que la justicia sea inteligible para todos, el derecho de defensa, el control efectivo de los jueces de la actividad estatal o sus valoraciones sobre la función social de la abogacía y los principios deontológicos de la profesión.

Entre sus asuntos profesionales encontramos referencias a la sedición, la Ley Corcuera, el joven lebrijano asesinado el Lebrija por disparos de la Guardia Civil, las críticas públicas a los GAL, la acusación frente al terrorismo ultraderechista, la defensa del Sindicato de Obreros del Campo, de las periodistas de RTVE o de los trabajadores de talleres Faro. Son algunos de los ejemplos que evidencian el compromiso personal, político y profesional de Tomás Iglesias con la realidad del tiempo que le tocó vivir. Y es que cada uno de estos asuntos, da para otro monográfico.

Pero no fue solo un abogado. Trascendió esa faceta profesional. Su decidida apuesta por la democracia -cuando no la había y cuando se implantó formalmente- y su compromiso con los valores constitucionales lo llevaron a participar activamente de una de las opciones políticas más relevantes de la época: el Partido del Trabajo. El fracaso electoral del mismo, no supuso el abandono de sus convicciones, abrazadas con una firmeza por encima de cualquier duda.

En sus escritos se observan como busca –y encuentra- espacios jurídicos para garantizar los derechos de las personas frente a quienes se ejerce el poder. Es un maestro de ampliar los espacios democráticos a partir del ordenamiento jurídico. Es ahí donde podemos clasificar sus actuaciones ejerciendo la acusación particular en casos de accidente de trabajo o en favor de víctimas del ejercicio de los derechos civiles. Ampliar los espacios de justicia y libertad desde el marco de la legalidad fue un constante de su trabajo. Y además acompañó ese quehacer procesal con una profunda reflexión sobre la función de los juristas. También en este ámbito se implicó participando activamente del Congreso de Gentes del Derecho, la Asociación Derecho y Democracia o la Federación de Asociaciones de Juristas Progresistas, entre otras iniciativas. A día de hoy, un colegio público en su Conil natal y una calle en Sevilla recuerdan su nombre, pero es aún más importante el recuerdo y la huella que dejó en quienes lo trataron.

Gracias a la editorial Atrapasueños por hacer este libro realidad y gracias a Antonio Roldán por escribirlo.

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