Unos 13.800 extremeños siguen enterrados en las fosas del franquismo

En 1978, pocos meses antes de que se aprobara la Constitución, en Casas de Don Pedro – un municipio de La Siberia- se abrió la primera fosa del franquismo en Extremadura por iniciativa de las familias de los represaliados. Lograron recuperar los cuerpos de medio centenar de personas en el ‘Olivar de las boticarias’. Lo publicó la desaparecida revista Interviú.

41 años después, aún quedan entorno a 13.800 extremeños víctimas de la represión franquista que siguen desaparecidos y 160 fosas que aún están selladas. Es la deuda que la democracia aún no ha saldado con Extremadura, pese a que es una de las comunidades autónomas que, como destaca el profesor de la UEx y autor de un buen número de publicaciones sobre este tema, Julián Chaves, «nos ponen como referencia por lo mucho que se ha trabajado, lo mucho que se ha aclarado y lo mucho que se ha aportado al conocimiento de la Guerra Civil y del primer franquismo y sus consecuencias represivas».

Chaves cifra en torno a 14.200 las víctimas del franquismo en la región. De ellas 12.000 se produjeron en la provincia de Badajoz, la segunda más castigada de España por detrás de Sevilla. El resto, 2.200, en la provincia de Cáceres. De ellas no se ha recuperado ni el 3 por ciento, lo que habla -valora la arqueóloga y antropóloga extremeña Laura Muñoz Encinar- «de lo mucho que nos queda por hacer».

A día de hoy, se han abierto en la región 84 fosas. Las primeras se hicieron en plena Transición, casi tres décadas antes de que se empezara a hablar de la memoria histórica. Entre 1978 y finales de los 90 se realizaron 35 exhumaciones en Extremadura -32 en la provincia de Badajoz y tres en la de Cáceres- promovidas en algunos casos por los familiares y en otros por los propios ayuntamientos, según los datos recogidos por Muñoz Encinar en el libro ‘Mecanismos de control social y político en el primer franquismo’, coordinado por Chaves.

Rescates ‘al alba’

Son las que el Proyecto para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (Premhex), capitaneado por la Junta de Extremadura, junto con las dos diputaciones y la UEx, llama ‘las fosas al alba’.

«Fueron familiares de personas fusiladas por el franquismo en la guerra y en la posguerra las que tomaron la iniciativa porque muerto el dictador, tenían una urgencia por rescatar a sus seres queridos. Las exhumaciones se hicieron sin metodología científica e incluso sin permiso gubernativo. Era una cuestión emocional de no poder soportar tener a un ser querido en una fosa común a un kilómetro de su pueblo», explica Chaves.

Antes de esto, en plena dictadura se abrieron varias fosas por orden de Franco para su traslado al Valle de los Caídos, de donde el dictador salió el pasado jueves. En las criptas de Cuelgamuros se inhumaron los cuerpos de 261 extremeños de acuerdo con la cifra que figura en el registro del Gobierno de España. Procedían de diecinueve localidades y no solo eran de republicanos también -como apunta Muñoz Encinar en la publicación antes citada- «militares y falangistas como en el caso de Trujillo y Villar de Pedroso o legionarios de Badajoz».

Al calor de la exhumación llevada a cabo en Casas de Don Pedro, se abrió un año después la fosa común de Torremejía. Dentro, hallaron los cuerpos de 33 vecinos fusilados en el 36 junto a las tapias del cementerio viejo. En este caso, el alcalde perteneciente a la Organización Revolucionaria de Trabajadores (ORT) atendió la petición de sus vecinos y accedió a que se llevara a cabo la exhumación. Le costó la denuncia de un compañero de corporación de la UCD y del Gobierno Civil de Badajoz. El juez finalmente lo absolvió pero antes le mantuvo embargada su única propiedad, una vaca.

Ese mismo año en el Valle de la Serena, se recuperaron los restos de 70 víctimas de la represión franquista localizados en cuatro lugares diferentes, que fueron asesinados entre 1938 y 1939.

Son solo tres ejemplos de los primeros 35 pueblos extremeños que abrieron el camino para sacar a las víctimas de Franco de las fosas.

A partir de 2003, la tarea de recuperar y ponerle nombre a los desparecidos toma un importante impulso. Echaba a andar la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura (Armhex) y la Junta decidía asumir, regular y financiar por primera vez la apertura de fosas. Lo hizo de la mano del Premhex.

Entra la ciencia

Comienza a partir de entonces una nueva fase en las exhumaciones en la que arqueólogos, historiadores y antropólogos forenses trabajan juntos en la búsqueda, localización y apertura de fosas del franquismo y en la identificación de las víctimas. La entrada de la ciencia ha sido clave para arrojar luz sobre cómo fue la represión franquista en la región.

Desde entonces, se ha trabajado en 49 fosas, que han permitido recuperar a 304 víctimas, según el dato facilitado por la Consejería de Cultura y se han hecho 62 sondeos y prospecciones fundamentalmente en cementerios y fincas para localizar enterramientos clandestinos.

La primera exhumación realizada con metodología científica se hizo en la mina de Valdihuelo, entre Alburquerque y San Vicente de Alcántara, en 2003. Los restos hallados estaban a once metros de profundidad y arrasados, por lo que no pudieron ser identificados. Sus verdugos lanzaron granadas dentro de la fosa.

De este periodo, destacan las exhumaciones en Villasbuenas de Gata, en Cáceres, donde se localizaron seis fosas en 2009, aunque el grueso de las actuaciones se llevaron a cabo en 2011 y 2012. En este último año, se abrieron siete fosas en el cementerio de Fregenal de la Sierra que permitieron recuperar a 43 personas y cinco en Puebla de Alcocer, donde hallaron a 42 represaliados.

En 2018, Extremadura marca un hito en los trabajos de exhumación de fosas comunes con la excavación de la mina Terría en Valencia de Alcántara, donde se localizaron a 25 metros bajo tierra los cuerpos de 48 personas, siendo hasta ahora la más grande abierta en la región y una de las más complejas abordadas en toda España.

En algunas de las excavaciones de este periodo de exhumaciones científicas han colaborado jóvenes de distintos lugares de Europa a través de los campos de trabajo, organizados en verano por la Armhex y el Instituto de la Juventud.

Encima de la mesa, la Junta de Extremadura tiene solicitudes de familiares para abrir 160 fosas, y una ley (Ley 1/2019, de 21 de enero, de memoria histórica y democrática de Extremadura) que establece la reserva de partidas presupuestarias anuales para seguir recuperando a las víctimas de la represión franquista.

Los planes más inmediatos vienen de la mano del Ministerio de Justicia, que ha incluido a tres localidades extremeñas en un programa de localización y apertura de fosas que llevará a cabo antes de que termine el año. Son las primeras actuaciones que financia el Gobierno de España desde que en 2011, la Ley de Memoria Histórica desapareciera de los presupuestos generales del Estado.

Las actuaciones se llevarán a cabo en Fuentes de León para hacer la excavación de la segunda fase de la fosa común del cementerio, de donde ya se han rescatado catorce cuerpos, y en Navalmoral de la Mata y Puebla del Maestre, donde se van a realizar catas en sus respectivos cementerios para tratar de localizar a los desaparecidos de ambos municipios.

Para el próximo año, la Consejería de Cultura tiene previsto aportar 79.000 euros al convenio que mantiene con las Diputaciones y la UEx. Entre sus planes está abrir entre seis y ocho fosas ya sondeadas e iniciar las catas en alrededor de una decena.

https://www.hoy.es/extremadura/13800-extremenos-siguen-20191027002623-ntvo.html?vca=dgtk-rrss-hoy&fbclid=IwAR08jINwx8xEt7LJTZuOL2Z-2WRds2EEAh7xDmA7BN7aw4AWRD3-V0tBui4#vca=fixed-btn&vso=rrss&vmc=fb&vli=Extremadura