Lebrija (Sevilla). No sabía leer, malditos

NO SABÍA LEER, MALDITOS.
Nacho Molina Arroyo
13.04.2024
A la abuela se la llevaron acusada de leer periódicos de “rojos”, un comentario estúpido, un chivatazo homicida, un maldito cotilleo sin base alguna. La abuela cogía periódicos viejos para envolver el pescado, sin reparar en que fuese el Mundo Obrero o el ABC. La abuela no sabía leer. Se la llevaron, y nunca más se volvió a saber de ella.
Este es uno de los testimonios que recoge el documental “Lebrija. Memoria y Olvido” dirigido por Jorge Rodríguez Puche, que ayer se estrenó en el teatro Juan Bernabé de #Lebrija. A rebosar de gente, de lebrijanas y lebrijanos a los que le fueron arrebatados los suyos para no volver saber de ellos.
Sales emocionado de la proyección, hace fresco en la calle, te alejas del bullicio del centro, y andas por las calles tranquilas donde un día, no hace mucho, los fascistas, los franquistas, organizaron las sacas de ciudadanos libres, inocentes, gente del pueblo, que fue arrastrada de sus casas, subidos a un camión y fusiladas en los alrededores, sin más.
Un disparo en el pecho, un tiro –de gracia lo llaman- seco en la cabeza, y otra familia destrozada para siempre. Y sus cuerpos arrojados a fosas abiertas dios sabe donde.
En Lebrija, como en otros tantos pueblos, no hubo guerra, hubo genocidio de gente, que el 23 de julio de 1936 trabajaba en los campos, en sus casas, en la escuela, o atendía su pequeño negocio, y que sin posibilidad alguna de defenderse fue arrastrada hasta la muerte.
La vida se paró ese día para cientos de inocentes, y la de sus familias quedó marcada para siempre.
Ayer supimos los detalles, en un documental hermoso, potente, cuidado en sus imágenes, banda sonora, fotografía y testimonios. Pero sobre todo salpicado por una dramatización que lo recorre desde el principio hasta el final, protagonizada por muchos y muchas lebrijanas, que supieron transmitir el dolor, el horror y la persecución hasta llevarlos a un paredón, y desaparecer para siempre. Aún siguen sus familias buscando sus cuerpos.
A los que no mataron de un tiro, las mataron en vida para siempre: el saqueo de sus bienes, las humillaciones públicas, el señalamiento, dejó a muchas mujeres con hijos pequeños sin un mendrugo que llevarles a la boca, una muerte en vida que las tuvo llorando de pena y rabia hasta el fin de sus días.
El documental es un trabajo enorme que cuenta con las actuaciones brillantes de mucha gente del pueblo, y un guion potente que mantiene el interés y la expectación hasta el final.
Enhorabuena a la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica de Lebrija, impulsora de este trabajo, que dejará para siempre testimonio de lo que aconteció en el pueblo aquellos días posteriores al golpe de estado franquista que acabó con las libertades y con la vida de tantas miles de personas inocentes. Y enhorabuena para ese grupo humano, amantes del teatro, activistas de la cultura lebrijana desde hace mucho tiempo, con Bene Cordero a la cabeza, que han protagonizado las dramatizaciones del documental, junto a un reparto de gente que ha sabido meterse en los personajes como si fueran ellos mismos los ajusticiados.
Al fin y al cabo, era su gente.
Espero que el documental se proyecte en muchos pueblos, institutos, teatros y podáis tener la oportunidad de verlo y saber un poco más del horror vivido en Lebrija, como en otros tantos pueblos de Andalucía. Merece la pena.
Es #memoria de una #Andalucía no tan lejana.
Es obligación de esta sociedad recuperar la verdad de toda esa gente, reparar el daño causado, exigir justicia para ellos, y no olvidar nunca que perdieron la vida por pensar en libertad.