El Remolino era en 1936 una de las 22 pedanías del municipio de Iznájar, en la provincia de Córdoba, y tenía unas 50 casas y unos 300 habitantes. El testimonio que publicamos a continuación es el de Antonio Montilla Cordón, un niño entonces, que fue testigo de la represión que sufrieron los vecinos durante la guerra civil. Las palabras de Antonio Montilla, de un enorme valor humano, tienen un significado histórico especial porque tras la construcción del pantano de Iznájar, en los años sesenta, El Remolino quedó inundado y todos sus habitantes hubieron de emigrar. En la actualidad, Antonio Montilla reside en Calafell (Tarragona). El documento escrito ha sido corregido y revisado por el historiador Arcángel Bedmar.
Transcurría el verano de 1936. La situación social y política cada día preocupaba más, y hasta en los núcleos pequeños de población, como la aldea de El Remolino, se seguían muy de cerca y con la máxima preocupación los continuos llamamientos que se hacían a diario desde amplios sectores de la derecha española. Pretendían que el Ejército se levantara en armas contra el Gobierno de la República, legalmente constituido, para terminar con los demonios de siempre y con los que, según ellos, estaban dispuestos a destruir la unidad de la patria, la religión, la propiedad privada, el orden y la familia. La rebelión fascista se podría producir en cualquier momento, tal y como ocurrió el 18 de julio, cuando se confirmó la noticia de que Franco se había sublevado en Marruecos y Queipo de Llano se había hecho con el control de la ciudad de Sevilla. En las demás ciudades andaluzas y en el resto de España la situación no podía ser más confusa. Estas informaciones sembraron la natural inquietud en todo el país y también en El Remolino, lugar donde centraré mi doloroso y trágico testimonio, ya que en aquella fecha fui testigo de la violencia y de la brutal represión ejercida por los guardias civiles y los falangistas de Rute e Iznájar contra todos los que allí habitábamos.