México. ACTUALIZADO. Al rescate de un lugar de la memoria

► Fue y es un centro irradiador de cultura, pero hoy necesita ayuda

► Un hito del exilio republicano corre peligro

CLARA E. LIDA * / JORGE DE HOYOS PUENTE ** | México | 19-12-2015

El Ateneo Español de México se fundó en 1949. El momento no fue casual: se cumplían diez años del inicio de la llegada de los emigrados republicanos a México y de la suspensión de las relaciones diplomáticas entre ambos países. La fecha también marcaba el fin de la esperanza del regreso ante el afianzamiento de una dictadura que había destruido la democracia en España y obligaba al colectivo de más de 20.000 refugiados a enfrentar un destierro sine diey a reconformar su vida en el país de acogida.

Durante ese primer decenio, los exiliados crearon en México colegios para educar a sus hijos y fundaron organizaciones políticas y partidarias de signo diverso. El Ateneo Español se nutriría de esos mismos contingentes, pero su propósito sería muy distinto. Con el apoyo de distinguidos intelectuales mexicanos, conocidas personalidades republicanas se congregaron para fundar un centro de sociabilidad y un foro cultural incluyente que, sin cariz político o partidario alguno, mantuviera viva la riqueza artística, científica y cultural que había florecido en la Segunda República. Además, se trataba de tender un puente con el país de acogida y generar un espacio de intercambio y enriquecimiento mutuos.

Desde entonces hasta el presente, el Ateneo ha sabido reunir voces muy diversas. Valgan unos pocos nombres de antiguos y modernos para subrayar la importancia de este lugar de encuentro. Entre los primeros, Rafael de Altamira, León Felipe, Agustín Millares Carlo partieron plaza con Alfonso Reyes, Silvio Zavala, Martín Luis Guzmán. Octavio Paz dialogó con Tomás Segovia; José Gaos lo hizo con Antonio Caso, y no faltaron los científicos, arquitectos, artistas plásticos, músicos, médicos, juristas y tantos más… En años recientes, historiadores de la talla de Nicolás Sánchez-Albornoz, Ángel Viñas, Borja de Riquer, Julio Aróstegui han compartido espacios con escritores como Elena Poniatowska, Carlos Fuentes, Ángeles Mastretta o Carlos Monsivais.

La institución no precisa de grandes recursos, sino de ingresos continuos

Pero los años han dejado su saldo: la desaparición por oleadas del exilio. Primero se fue la generación de los abuelos, luego la de muchos de los hijos y hoy ya son muy pocos los nietos mexicanos que se acercan a la institución. Esto ha planteado una difícil paradoja. Por un lado, al ir menguando el exilio, el Ateneo ha visto menguar sus socios y con ello sus recursos. En cambio, los propios exiliados o sus descendientes fueron legando a la institución sus libros, papeles y obras de arte, lo cual permitió que su pequeño acervo inicial sobre la guerra y el exilio sea hoy una Biblioteca-Archivo sin parangón, poseedora de una excepcional colección de documentos, así como de libros, revistas, folletos, fotografías. Con los años, el Ateneo se ha vuelto una pieza fundamental para los más de doscientos investigadores mexicanos y extranjeros de la guerra y del exilio que lo consultan anualmente.

Entre sus recursos más valiosos, están las publicaciones periódicas y folletos de todas las tendencias políticas y culturales del exilio, muy difíciles de encontrar en otros centros de documentación. Su biblioteca atesora ediciones únicas y muchas están dedicadas por autores como León Felipe, Max Aub, Manuel Altolaguirre, Rafael Alberti o Margarita Nelken. En su archivo podemos encontrar documentación para estudiar, por ejemplo, la Unión de Profesores Universitarios Españoles en el Exilio, el legado de la Institución Libre de Enseñanza en México, así como archivos personales de destacados dirigentes de la Segunda República, como Tomás Bilbao, ministro en el último gobierno de la República durante la Guerra. Además, cuenta con una importante colección de obras de artistas mexicanos y exiliados, desde Arturo Souto, Antonio Rodríguez Luna, José Renau hasta Manuela Ballester, Elvira Gascón o Lucinda Urrusti.

Los exiliados o sus descendientes legaron libros, obras de arte y papeles

En el pasado, la Ley de la Memoria Histórica reconoció la labor del Ateneo y el Estado español le otorgó recursos suficientes; hoy los apoyos son en extremo escasos. A pesar de la incertidumbre financiera, el Ateneo mantiene su firme compromiso de acercar la memoria del exilio al gran público. La creación de un portal de Bibliotecas del Exilio, que facilite el acceso remoto a sus fondos, o la consolidación del Ateneo Español como centro de documentación para el estudio del destierro republicano son proyectos que requieren apoyo económico para su continuidad. El Ateneo Español precisa de ingresos seguros que a lo largo del tiempo le permitan cuidar de sus instalaciones, pagar los sueldos de un pequeño personal de base y afrontar los gastos de mantenimiento de los fondos documentales, bibliográficos y artísticos. No se trata de grandes recursos, sino de ingresos continuos que impidan la tragedia irreparable que significaría su desaparición. Todo esto obliga hoy al Ateneo a apelar a la generosidad pública y privada de México y España y a convocar al gran público para que con sus donativos apoye decididamente a esta asociación que durante décadas ha sido uno de los lugares más emblemáticos del exilio español en México. Hoy, obras son amores…

* Clara E. Lida es historiadora del Colegio de México y vocal de biblioteca del Ateneo Español. Es autora de El caleidoscopio del exilio

**Jorge de Hoyos Puente es profesor del Departamento de Historia Contemporánea de la UNED (Madrid) y Secretario General de su Centro de Estudios de Migraciones y Exilios. Especialista en la historia del exilio en México, ha publicado La utopía del regreso.

http://cultura.elpais.com/cultura/2015/12/18/actualidad/1450464618_244664.html

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+ info:

México sale al rescate del Ateneo Español republicano

La Secretaría de Educación evitará el colapso financiero con ayudas al emblema del exilio. El Gobierno español no se ha dirigido a la institución para buscar soluciones

“No podemos dejar morir al Ateneo”

 México 20 DIC 2015 

La historia se repite. En la hora crítica, el exilio español ha vuelto a encontrar en México su salvación. El Gobierno de Enrique Peña Nieto ha decidido rescatar del colapso financiero al Ateneo Español, la emblemática institución cultural fundada por exiliados como León Felipe, Luis Buñuel o Rodolfo Halffter. La ayuda procederá inicialmente de la Secretaría de Educación y vendrá acompañada de la incorporación de una autoridad mexicana en el patronato de la entidad. “Vamos a garantizar que esta gran casa siga adelante”, afirmó a este periódico el director de Asuntos Internacionales de Conaculta, José Luis Martínez Hernández.

México ha dado el paso adelante. La promesa, si se cumple, libra de un humillante y doloroso final a una entidad nacida de la derrota republicana, pero que, lejos de cualquier amargura, ha sido durante décadas reflejo de la efervescencia intelectual del exilio. Y también de su fusión con un país que, en los días de sangre y fuego, recibió a los perdedores con los brazos abiertos.

La decidida apuesta del presidente Lázaro Cárdenas atrajo a México a decenas de miles refugiados españoles. Bajo el empuje de este éxodo, sabiamente absorbido por la tierra de acogida, germinaron instituciones de referencia como el Colegio de México, la editorial Fondo de Cultura Económica y el propio Ateneo Español.

Ideado por el poeta León Felipe en julio de 1940 y formalmente constituido en 1949, el Ateneo evitó desde sus albores el ensimismamiento y, bajo el régimen de “tribuna libre y puerta abierta”, supo congregar a lo más granado de la intelectualidad mexicana. Figuras como Alfonso Reyes, Daniel Cosío Villegas y Octavio Paz participaron en su intensa vida cultural y le dieron un empuje que ha llegado hasta nuestros días. Su biblioteca, de 21.500 ejemplares, es un centro de referencia mundial para el estudio del éxodo republicano. Y en sus salas, cedidas por la UNED, las conferencias y presentaciones son constantes.

Sin noticias de España

Ninguna institución española, de momento, ha contactado oficialmente con el Ateneo. La Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo es la entidad competente, si bien el Ministerio de Cultura también aporta algunas ayudas. “Nuestro deseo es que más entidades y socios nos apoyen, destacó ayer la presidenta del Ateneo, Carmen Tagüeña.

Pero detrás de esta actividad, late un problema terminal. El Ateneo, extremadamente debilitado por la reducción de ayudas oficiales y el ocaso de sus socios, vive al borde del abismo. El dinero que recibe de los diferentes organismos españoles no cubre sus necesidades y su supervivencia sólo está asegurada hasta enero. Ante este hundimiento financiero, que pone en riesgo la gestión de su valiosísima biblioteca, la entidad lanzó esta semana una petición de ayuda. Pensadores y artistas mexicanos respondieron al unísono exigiendo públicamente una intervención inmediata de las autoridades. “México tiene que apoyar a esta institución benemérita”, declaró el historiador Enrique Krauze. “La influencia del exilio republicano fue inmensa, del cine de Luis Buñuel a la arquitectura de Félix Candela, pasando por la poesía de Luis Cernuda”, afirmó el escritor Juan Villoro.

Decisión para actuar

La reacción oficial no tardó en llegar. Aunque de momento, sólo del lado mexicano. “Nos sorprendió saber de esta situación, y nada más conocerla decidimos actuar. Para nosotros el Ateneo es una referencia y una muestra viva de la continuación del diálogo con la cultura española”, explicó el representante de Conaculta.

La cuantía de la ayuda aún no se ha determinado. La Secretaría de Educación, dirigida por Aurelio Nuño, y de la que aún depende el área de cultura, ha convocado una reunión este martes con la presidenta del Ateneo, Carmen Tagüeña, para perfilar el apoyo. La idea es que este acuerdo cristalice en la entrada de un representante del Estado mexicano en el patronato, al que ahora pertenecen el embajador de España, el presidente del Colegio de México y un grupo de notables del exilio.