Mujeres de ideas muy avanzadas, por Ángel Olmedo.

Mujer «de ideas muy avanzadas antes del Movimiento Nacional». Esta era una de las acusaciones, y motivo de condena, que se recogen en muchos de los Consejos de guerra seguidos contra las más cien mujeres de Villanueva de la Serena

ÁNGEL OLMEDO ALONSO Historiador y coordinador del libro ‘Excavación de una fosa común. República, guerra y dictadura franquista en Villanueva’

Mujer «De ideas muy avanzadas antes del Movimiento Nacional». Esta era una de las acusaciones, y motivo de condena, que se recogen en muchos de los Consejos de guerra seguidos contra las más cien mujeres de Villanueva de la Serena que sufrieron la dureza de la «justicia militar» impuesta por la dictadura franquista.

Uno de los aspectos que más nos ha llamado la atención con la investigación recogida en nuestro libro Excavación de una fosa común. República, guerra y dictadura franquista en Villanueva de la Serena (2021), es la brutalidad de la represión contra aquellas mujeres que se habían destacado durante la época republicana por sus reivindicaciones y con su compromiso social en el proceso de transformación que se vivía en aquellos años.

Más de una decena de mujeres fueron fusiladas y más de cien pasaron por Consejo de guerra. Como señalaba Candela Chaves, la población femenina represaliada durante aquella etapa, lo fue desde un doble prisma «por ser vencida y por ser mujer, porque fue asesinada, vejada, torturada y represaliada» (Chaves, Candela: Sentenciados: La represión franquista a través de la justicia militar y los consejos de guerra en la provincia de Badajoz 1937-1950, 2016).

Con la IIª República, las mujeres habían ido adquiriendo cada vez un papel más relevante en la vida social y política. Además del derecho al voto (1933), tenían cada vez mayor presencia en la toma de decisiones y en las organizaciones políticas y sindicales. En el caso de Villanueva de la Serena, contaba con un tejido organizativo importante, incluida la creación de asociaciones femeninas, como fue la «Sociedad Renacer», vinculada a la U.G.T. y que recogía en su reglamento aprobado el 11 de junio de 1932, en su Artículo 1.

Esta asociación aspira a reunir en su seno a las mujeres de la localidad con el objeto de procurar, mediante el esfuerzo común, y dentro de las leyes, mejorar sus condiciones de trabajo y su nivel de cultura. Esta entidad llegó a contar con más de 500 socias contando como presidenta con Josefina Jiménez y secretaria, Ángela Serrano.

En Villanueva de la Serena, además, durante la guerra y en los años bajo control republicano (ente julio 1936 y julio de 1938), se creó la Asociación de Mujeres Antifascistas. Dos militantes de esas asociaciones, Petra Rodríguez González y Antonia Mera Carmona habían formado parte del Comité de Defensa de esta localidad en los primeros meses de la guerra, lo que viene a demostrar el peso de ambas organizaciones, y, otra mujer, Francisca García Casado, sería la primera mujer consejera, equivalente a concejala, en lo que fue el Consejo municipal republicano de Villanueva de la Serena.

Dentro de la militancia más activa en esta organización destacaron otras como: Francisca García Casado, Carmen García Naranjo, Enriqueta Sánchez Chamizo, Soledad Otero Borrego «La cordobesa» o Ángela Chamizo Pérez «La curra».

Este tipo de mujer rompía con la tradicional sociedad patriarcal y reivindicaba el derecho a la igualdad. La imagen de mujeres en las fábricas, en los talleres, en el transporte, en las campañas educativas o en las actividades de apoyo a los combatientes desempeñaban un papel decisivo en la resistencia frente al fascismo y una muestra de la profunda transformación social que se estaba viviendo a consecuencia de este proceso. Los nombres de mujeres republicanas como Victoria Kent, Margarita Nelken o Dolores Ibárruri «La pasionaria» tuvieron un importante papel en esa nueva imagen de la mujer protagonista del cambio, así como la anarquista Federica Montseny, que sería la primera mujer ministra en España.

Mujer «De ideas muy avanzadas antes del Movimiento Nacional»

Esta era una de las acusaciones, y motivo de condena, que se recogen en muchos de los Consejos de guerra seguidos contra las más cien mujeres de Villanueva de la Serena que sufrieron la dureza de la «justicia militar» impuesta por la dictadura franquista.

El papel de la mujer en la época republicana

Uno de los aspectos que más nos ha llamado la atención con la investigación recogida en nuestro libro Excavación de una fosa común. República, guerra y dictadura franquista en Villanueva de la Serena (2021), es la brutalidad de la represión contra aquellas mujeres que se habían destacado durante la época republicana por sus reivindicaciones y con su compromiso social en el proceso de transformación que se vivía en aquellos años. Más de una decena de mujeres fueron fusiladas y más de cien pasaron por Consejo de guerra. Como señalaba Candela Chaves, la población femenina represaliada durante aquella etapa, lo fue desde un doble prisma «por ser vencida y por ser mujer, porque fue asesinada, vejada, torturada y represaliada» (Chaves, Candela: Sentenciados: La represión franquista a través de la justicia militar y los consejos de guerra en la provincia de Badajoz 1937-1950, 2016).

Con la IIª República, las mujeres habían ido adquiriendo cada vez un papel más relevante en la vida social y política. Además del derecho al voto (1933), tenían cada vez mayor presencia en la toma de decisiones y en las organizaciones políticas y sindicales. En el caso de Villanueva de la Serena, contaba con un tejido organizativo importante, incluida la creación de asociaciones femeninas, como fue la «Sociedad Renacer», vinculada a la U.G.T. y que recogía en su reglamento aprobado el 11 de junio de 1932, en su Artículo 1. Esta asociación aspira a reunir en su seno a las mujeres de la localidad con el objeto de procurar, mediante el esfuerzo común, y dentro de las leyes, mejorar sus condiciones de trabajo y su nivel de cultura. Esta entidad llegó a contar con más de 500 socias contando como presidenta con Josefina Jiménez y secretaria, Ángela Serrano.

En Villanueva de la Serena, además, durante la guerra y en los años bajo control republicano (ente julio 1936 y julio de 1938), se creó la Asociación de Mujeres Antifascistas. Dos militantes de esas asociaciones, Petra Rodríguez González y Antonia Mera Carmona habían formado parte del Comité de Defensa de esta localidad en los primeros meses de la guerra, lo que viene a demostrar el peso de ambas organizaciones, y, otra mujer, Francisca García Casado, sería la primera mujer consejera, equivalente a concejala, en lo que fue el Consejo municipal republicano de Villanueva de la Serena. Dentro de la militancia más activa en esta organización destacaron otras como: Francisca García Casado, Carmen García Naranjo, Enriqueta Sánchez Chamizo, Soledad Otero Borrego «La cordobesa» o Ángela Chamizo Pérez «La curra».

Este tipo de mujer rompía con la tradicional sociedad patriarcal y reivindicaba el derecho a la igualdad. La imagen de mujeres en las fábricas, en los talleres, en el transporte, en las campañas educativas o en las actividades de apoyo a los combatientes desempeñaban un papel decisivo en la resistencia frente al fascismo y una muestra de la profunda transformación social que se estaba viviendo a consecuencia de este proceso. Los nombres de mujeres republicanas como Victoria Kent, Margarita Nelken o Dolores Ibárruri «La pasionaria» tuvieron un importante papel en esa nueva imagen de la mujer protagonista del cambio, así como la anarquista Federica Montseny, que sería la primera mujer ministra en España.

El papel de la mujer de Villanueva de la Serena según los Consejos de guerra

Es poca la documentación o anotaciones escritas en las actas del Consejo municipal sobre el papel desempeñado por estas mujeres, pero si estudiamos los muy numerosos casos de mujeres que fueron represaliadas en Villanueva de la Serena, nos da una idea de su importancia. En estos casos, son muy importantes los expedientes que se conservan de los Consejos de guerra (Archivo General e Histórico de Defensa, Madrid –AGHD-), en los que se recoge una amplia

documentación sobre las acusaciones y condenas que sufrieron muchas de ellas. Estos expedientes, estudiados con detenimiento, y de forma crítica, pues no dejaba de ser una pieza más en el engranaje represivo puesto en marcha por los golpistas para ir modelando el nuevo Estado de la dictadura, nos aportan datos de interés para conocer la realidad de las acusaciones, que como veremos, trataba de castigar el compromiso militante de las mujeres y sus ideas.

Es poca la documentación o anotaciones escritas en las actas del Consejo municipal sobre el papel desempeñado por estas mujeres, pero si estudiamos los muy numerosos casos de mujeres que fueron represaliadas en Villanueva de la Serena, nos da una idea de su importancia. En estos casos, son muy importantes los expedientes que se conservan de los Consejos de guerra (Archivo General e Histórico de Defensa, Madrid –AGHD-), en los que se recoge una amplia documentación sobre las acusaciones y condenas que sufrieron muchas de ellas. Estos expedientes, estudiados con detenimiento, y de forma crítica, pues no dejaba de ser una pieza más en el engranaje represivo puesto en marcha por los golpistas para ir modelando el nuevo Estado de la dictadura, nos aportan datos de interés para conocer la realidad de las acusaciones, que como veremos, trataba de castigar el compromiso militante de las mujeres y sus ideas.

Transformación del papel de la mujer republicana y represión franquista

Muchas de ellas, fueron miembros del Comité de Defensa de la República de Villanueva durante la guerra y con tareas encomendadas en abastos, atención a los refugiados, organización de la economía, incautaciones, así como otras asistenciales y sanitarias para la población en general. Como hemos señalado, en el caso de Francisca García Casado, sería la primera mujer nombrada consejera en el Consejo municipal, también elegida como tercera teniente de alcalde y vocal en la más importante, la «Comisión de Gobernación y Guerra», así como en la de «Sanidad y Asistencia social». Francisca García contaba con 49 años, estaba casada, tenía tres hijos y fue condenada a 30 años de prisión. Pasó, entre otras prisiones, por la de Badajoz y Málaga. Esta mujer, al igual que otras muchas que pasaron por Consejos de guerra, fueron acusadas de «Adhesión a las directrices y procedimientos de violencia del movimiento revolucionario de carácter comunista iniciado en una gran parte del territorio nacional el 18 de julio de 1936», un argumento repetitivo que aparecerá como acusación genérica en muchos de estos procedimientos.

Se obviaba que quienes se habían sublevado y generado la violencia eran los militares golpistas que iniciaron una guerra y que luego, tras la victoria, reinterpretaban los hechos, presentándose como salvadores y adjudicando a los defensores de la República el papel de «rebeldes» y de llevar a cabo una conspiración «comunista» (en otras ocasiones calificados como «marxistas»), incluyendo bajo esta denominación a todas aquellas personas u organizaciones contrarias al franquismo, sin tener en cuenta las diferencias entre las diversas tendencias: republicanas, socialistas, comunistas o anarquistas.

Estas mujeres serían acusadas de ser personas de «ideas muy avanzadas antes del Movimiento Nacional», como fue el caso de Ascensión González, de quien también se decía que «actuó de miliciana armada de una pistola» y era «jefa de un grupo». Otras fueron acusadas de tomar parte activa y voluntaria en una «activísima propaganda de su ideario disolvente que ya iniciaron antes del dominio rojo y reforzaron durante esta tiranía asistiendo con escándalos a cuantas manifestaciones y actos públicos tuvieron lugar en dicho pueblo relacionados con la rebelión».

Es evidente que se estaba penalizando a las mujeres que habían asumido y defendido un ideal de emancipación con respecto al modelo anterior, eran mujeres que gestionaban servicios, opinaban, se manifestaban y participaban en todos los aspectos de la vida, incluido las nuevas formas de vestimenta de «milicianas», con pantalones o el «mono obrero», como símbolo de esa transformación y compromiso, al tiempo que reivindicaban su papel en la nueva sociedad.

Algunos casos de mujeres víctimas de la represión

Entre las mujeres represaliadas por la dictadura, estaba el grupo de abastos, encargado de los suministros y reparto de alimentos a la población, en el que estuvo Francisca González Renco y Antonia García García, esta última, de 29 años de edad, delegada de la organización de Mujeres antifascistas, fue acusada de «Auxilio a la rebelión» y condenada a 12 años de prisión. Para las autoridades franquistas no dejaban de ser elementos peligrosos para el nuevo régimen. Era un modelo de mujer que había que suprimir, y que, como tal, había que castigar y reconducir hacía el modelo de sociedad propuesto por la dictadura en el que se relegaba a la mujer, de nuevo, al papel subalterno, perdiendo todas las conquistas conseguidas.

Otros casos, como el de Petra Rodríguez González, de 27 años, casada, con tres hijos, fue condenada por «Adhesión a la rebelión», a 30 años de prisión. Petra falleció en la prisión de Badajoz el 16 de octubre de 1940. Antonia Mera Carmona, de 60 años, viuda, con un hijo, fue condenada por «Adhesión a la rebelión», a 30 años de prisión. Carmen García Naranjo, de 20 años, soltera, acusada de «Rebelión militar», fue condenada a «Reclusión perpetua». Enriqueta Sánchez Chamizo, condenada a «Pena de muerte», luego conmutada, Soledad Otero Borrego «La cordobesa», condenada a 30 años de reclusión o Ángela Chamizo Pérez «La curra», vendedora ambulante, de 47 años, casada, con 2 hijos, fue condenada a «Pena de muerte», luego conmutada, y que pasó por las prisiones de Villanueva de la Serena, Mérida y Málaga.

Juana Mera Carmona, de 54 años, fue condenada a «Pena de muerte», y fusilada el 9 de agosto de 1938, también acusada de graves delitos, sin mostrar pruebas de los mismos, solo supuestas denuncias, en el fondo era, fundamentalmente, por ser destacada militante. Aún después de fusilada, siguieron las acusaciones contra Juana, pues su expediente pasó por el tribunal en aplicación de la Ley de Responsabilidades Políticas, siendo multada con 300 pesetas que tuvieron que pagar su familia.

Contra Rufina Naranjo Fernández e Ignacia Lozano Camacho, se hacía constar en su expediente que «han muerto por la acción de las armas militares cuando intentaron fugarse de la prisión donde se encontraban». Marcelina Casado Barrasa «La colailla», fue acusada de revolucionaria, y de haber proferido insultos contra el «Jefe del Estado» (Franco) y fue condenada a una pena muy dura, «Reclusión perpetua». En su acusación se anotaba: «Después de la liberación de Villanueva, (…), en ocasión que entregaba la encartada a su padre un cartel donde figuraba el nombre del S. E. el Jefe de Estado Español y las consignas de la Revolución Nacional Sindicalista, comprado en cumplimiento de un Bando dado (…), dijo en forma despectiva, refiriéndose a lo que representaba: «toma y límpiate el chocolate con él, que esto es gastar dinero en balde» por lo que «debemos condenar y condenamos a Marcelina Casado (…) a la pena de «Reclusión perpetua».

Por su parte, Beatriz Carapeto Guisado, Josefa Fernández Moreno y Pilar Pineda Blázquez, serían acusadas de «Rebelión militar», juzgadas conjuntamente y siendo condenas Beatriz a 30 años de cárcel, Josefa a «Pena de muerte» y Pilar a 30 años de cárcel. María Cerro Silgo, fue acusada de ser socialista y actuar como miliciana «uniformada», aunque era menor de edad, fue condenada a 6 años y 1 día de prisión. Otra chica, Natividad Orejudo Casado, también menor de edad, fue condenada a 6 años y 1 día, después de aplicar la «atenuante» de ser menor de edad. Natividad fue acusada por ser miliciana e insultar a personas «de orden» y colaborar en las tareas de evacuación del pueblo. No deja de ser curioso como en este tipo de procedimientos judiciales se obvia que eran mujeres y se utiliza siempre el género masculino para referirse a ellas, como, por ejemplo con el empleo del término «el acusado», en lugar de «la acusada».

En otros casos, se tenía en cuenta su relación sentimental, fuera de los cánones de la sociedad católica conservadora, como pasó con Natividad Cabrera Exojo, matrona, condenada a «Pena de muerte» y quien «una vez iniciado el movimiento revolucionario, frecuenta el Cuartel de Milicias Rojas, trabando amistad íntima con los jefes y oficiales, principalmente con el capitán Iglesias, (…), con el que estuvo amancebada, e influía grandemente en su ánimo».

Algunas de aquellas mujeres fueron fusiladas, otras encarceladas con largas penas, recorriendo prisiones muy alejadas de su lugar de residencia: Mérida, Badajoz, Olivenza, Málaga e incluso en el País Vasco, algunas trasladadas a las prisiones de Amorebieta o de Saturrarán. Fueron recluidas en prisiones siniestras, gobernadas con mano de hierro, bajo el control de mujeres falangistas y órdenes religiosas encargadas de reconducir hacia el nacionalcatolicismo a aquellas «descarriadas», en muchos casos, acompañadas de sus hijos pequeños. Fue una práctica habitual, violaciones, humillaciones, «rapadas» o el hecho de que muchos de aquellos bebés fueran robados a sus madres y regalados o vendidos a familias del nuevo régimen (algunas asociaciones calculan en 300.000 los bebés robados en España entre 1940 y 1990).

La mujer de la sociedad franquista

Una vez finalizada la guerra, la situación de la mujer en la España franquista supuso una vuelta atrás en todas las conquistas, el regreso del patriarcado y una situación de sumisión frente al hombre y a los valores propugnados por el nacionalcatolicismo triunfante. El papel de la mujer quedará relegado al hogar y al cuidado de la familia, carentes de derechos tan básicos como el poder abrir una cuenta bancaria, a menos que contara con el aval del marido. La sección Femenina de Falange será la encargada de canalizar la labor asistencial y de difusión de esos nuevos valores dentro de la dictadura. Pilar Primo de Rivera, la que fuera hermana del fundador de Falange, afirmaba: Las mujeres nunca descubren nada. Les falta, desde luego, el talento creador, reservado por Dios para inteligencias varoniles; nosotras no podemos hacer nada más que interpretar mejor o peor lo que los hombres nos dan hecho. (Pilar Primo de Rivera, citado por Martín Gaite, Carmen. Usos amorosos de la postguerra española. 1984).

Tras la muerte del dictador, poco a poco se iría reconstruyendo un nuevo movimiento que pusiera sobre la mesa los derechos de las mujeres y tratar de recuperar esa «memoria» después de tantos años de silencio y terror contra lo que representaban aquellas mujeres «de ideas muy avanzadas».

https://villanueva.hoy.es/mujeres-ideas-avanzadas-20220531185459-nt.html?fbclid=IwAR2WVM0awW4QYkWigd1gSC4qIWj3pg4w5gVHCJKdBHWoo-cMKzzPqFp8YOY