PACO ETXEBERRIA MÉDICO FORENSE: “La memoria histórica no habla del pasado, habla del presente”

 
 
Este científico guipuzcoano sostiene que en sus exhumaciones no trabaja desde una posición neutral porque la Guerra Civil le “alcanza” y le “afecta”

noticiasdegipuzkoa.com

19/06/2016

AITOR ANUNCIBAY JAVI COLMENERO

DONOSTIA – ¿Qué siente cuando encuentra restos de personas fusiladas?

-Es muy emocionante. Cuando intervenimos, tenemos que hacerlo desde una posición técnica, objetiva e imparcial, pero hay un momento en que me digo: ¿puedo ser neutral? Si se trata de una vulneración de derechos humanos, yo sostengo que no podemos. No puedo decir que esto a mí no me toca o que lo haga otro. Algunos dicen que es una visión muy polémica del asunto…¡Y qué le voy a hacer yo! Se siente algo muy especial porque te das cuenta de que el tema es actual, frente a la idea que tienen algunos de que es del pasado y competencia de los historiadores. Y me niego a eso, lo rechazo.

¿Por qué?

-El que dice que esto solo se puede resolver de la mano de la historia no sabe de qué está hablando. Los historiadores suelen analizar un asunto del pasado. Lo más sorprendente es que la memoria histórica no habla del pasado, habla del presente. Habla de cosas insuficientemente o mal resueltas en el pasado que están vigentes hoy. Es una cosa que me alcanza y me afecta, porque la sublevación militar seguida por una dictadura ha condicionado parte de mi historia y claramente la de mi familia, y también la sociedad en la que vivo. En la memoria histórica tiene más importancia lo que piensa, opina, exige y reivindica un familiar de un asesinado que el dato exacto de si era martes o llovía. Los familiares te están diciendo lo que están sintiendo hoy y explican que su vida hubiera sido muy distinta si aquello no hubiera ocurrido. Y tienen toda la razón. Las fosas no son de huesos, son de carne y de hueso porque la carne la ponen los familiares. Tenemos corazón, sentimientos y también ideología.

¿Cómo se realiza el estudio de los restos?

-Lo más importante es tener orden. Primero se ha de proteger el lugar de los restos, fijarlo fotográficamente y en vídeo. Luego se toman las decisiones de extraer y hacer el traslado al laboratorio. Esto lo hacemos con la infraestructura de Aranzadi en cuanto a recogida de testimonios, búsqueda de documentación, archivos y exhumación. La parte de análisis se hace en la facultad de Medicina de la UPV-EHU, en el Hospital Donostia. Hay que tomar medidas de los esqueletos para interpretar su sexo, edad y altura. Además, hay que aclarar cuestiones de patología previa a la muerte o la que justificaría su fallecimiento, como disparos. Luego se hace una toma de muestras de huesos o dientes y lo remitimos al laboratorio de la UPV, donde se hacen los análisis genéticos para comparar con los de otros familiares. Finalmente, se hace un documento que, sobre todo, tiene que estar muy bien ilustrado porque lo tienen que entender familiares y personas que no saben nada de todo este asunto.

¿Qué es lo que le ha llamado la atención en los análisis de los restos?

-Una cosa que nos impresionó fue la exhumación de gente fusilada a la que sacaron de la prisión de Burgos: todos tenían las monedas escondidas entre la planta del pie y la suela de caucho de la alpargata. Y te imaginas que, cuando estaban en la celda, a uno se le ocurrió la idea de esconder el dinero así y todos le imitaron. También se hallan tinteros y lápices. Cuando ves ese lapicero afilado a navaja, te imaginas que con él ese señor escribió su última carta a su novia o a su madre.

¿Y de las exhumaciones en Gipuzkoa?

-En la primera excavación, en Zaldibia, un hombre mayor nos llevó a un lugar lo más parecido a una selva que se pueda imaginar; en el puro monte. Y en la mitad del matorral nos dijo: aquí están. Y pensé: como este se equivoque en tres metros, nos vamos. Efectivamente, excavamos y caímos exactamente sobre la herida del cráneo de uno de los dos individuos que había. Eso no pasa todos los días. En la primera de Zaldibia y en la última de Donostia, las noticias orales de la gente mayor tenían razón.