Treglown: El brutalismo del Valle de los Caídos cuenta su propia historia

La Vanguardia | EFE | Madrid | 2-11-2014

El “brutalismo” del Valle de los Caídos “cuenta” y define “su propia historia o historias”, tanto la de los presos políticos que lo construyeron como la del régimen del general Franco, que lo mandó erigir a modo de tumba faraónica, señala el historiador y crítico literario británico Jeremy Treglown.

En entrevista con Efe con motivo de la publicación de su libro “La cripta de Franco. Viaje por la memoria y cultura del franquismo” (Ariel), Treglown subraya que el Valle de los Caídos, cuyo entorno natural considera “impresionante”, con su “brutalismo” nos narra “su propia historia o historias”.

Por ejemplo, señala el autor, “la historia de los presos políticos que construyeron el lugar, y también, si se mira bien, de la actitud defensiva del régimen, así como su agresividad”.

“Lo que yo llamo ‘la cripta de Franco’ es una especie de búnker, además de una basílica”, afirma Treglown, quien, lejos de abogar por la destrucción del conjunto monumental (como sostienen algunos sectores de opinión españoles), pide que se convierta “en un museo y centro de estudio sobre el papel histórico de los conflictos, sobre todo en España y sus antiguas colonias”.

Treglown guarda una cierta distancia con respecto a los efectos que la represión que ejercía el régimen franquista tuvo realmente sobre algunos artistas considerados unánimemente como opositores, casos de Antoni Tápies, Luis Buñuel y Eduardo Chillida, entre otros.

En este sentido señala que “sin duda, el régimen fue profundamente represivo. Pero hay que recordar que los artistas en general son como los demás; a todos nos gusta vernos como enfrentados con problemas excepcionales en nuestro trabajo y en nuestra vida cotidiana”.

“Desde finales del siglo XIX, esta tendencia se ha visto intensificada en los artistas por el mito de que el arte es, por su naturaleza, de oposición: que siempre critica a la autoridad, a la tradición, a las costumbres, que es necesariamente antisistema o antiburgués, y que por otra parte, el status quo inevitablemente penaliza a los artistas”, comenta.

Sin embargo, subraya Treglown, “había gente de gran influencia en la derecha -Eugenio D’Ors, por ejemplo- que ayudó a los artistas con independencia de sus creencias políticas. Tenemos que entender que la relación entre los artistas y su entorno político y social tiende a ser compleja. Lo que importa es el arte en sí, no lo que los artistas dicen sobre sí mismos”.

En su libro, Treglown también analiza la llamada Ley de Memoria Histórica, impulsada por el anterior gobierno del PSOE, que califica de “herramienta tosca”, pues, a su juicio no estuvo “bien adaptada para este tipo de cuestión tan delicada”.

“La legislación sobre la Memoria Histórica fue motivada por intereses partidistas (el deseo del PSOE para desacreditar al PP) tanto como por idealismo y, ya sea intencionalmente o no, corría el riesgo de explotar el pasado como una forma de distraer la atención de los problemas presentes”, afirma.

Treglown, cuyo libro puede recordar en algunos aspectos a “El laberinto español”, la célebre obra del hispanista británico Gerald Brenan, rechaza la idea de que los británicos (o los anglosajones, en general) tengan una especial cualificación para entender esa especie de “laberinto ontológico” en el que parecen vivir los españoles.

Lo que ocurre, comenta Treglown, es que “siempre es más fácil para alguien de fuera formarse impresiones simples, quizá equivocadas o quizá no, sobre un país y sus problemas, que para las personas que siempre han vivido allí”.

“Por ejemplo, yo siempre encuentro que aprendo mucho sobre el Reino Unido al leer artículos en periódicos españoles escritos por sus corresponsales” en este país, manifiesta.

Treglown defiende con fuerza el valor de la cultura española y rechaza esa tendencia negativa y pesimista que han tenido los españoles con respecto al valor de la misma, y asimismo hace hincapié en el valor que a su juicio tiene el hecho de que España sea actualmente una democracia plena, una tarea que comenzó a realizarse apenas muerto el dictador.

“Hay una tendencia entre los españoles a pensar que su cultura es inferior a la de otros países ¡Y no lo es! Hay que pensar en sus grandes pintores y arquitectos, los grandes dramaturgos y novelistas españoles, y los aspectos magníficos de su historia. También en las mejores películas y las buenas novelas y estudios históricos”, subraya Treglown.

Tampoco “se puede uno olvidar del triunfo de la democracia. Hoy en día no hay ningún partido político español de importancia a la derecha del PP. Ningún otro país europeo puede decir eso”, recalca.

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