Un viaje a Europa contra la impunidad

Acompañamos hasta el Parlamento Europeo a una delegación de querellantes contra Antonio González Pacheco, ‘Billy el Niño’.

LA MAREA  | EDUARDO ROBAINA | 12-10-2018

La aguja pequeña del reloj apunta al seis, la grande al 12. Aún no ha salido el sol, pero poco a poco empieza a llegar gente a la cola de embarque A43 de la terminal 2 del aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas. El destino, la sede del Parlamento Europeo en Bruselas. El objetivo, denunciar ante las autoridades europeas la impunidad con la que vive en nuestro país el que fuera integrante de la Brigada Político Social durante el régimen franquista Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño.

Algo más de 1.300 kilómetros separan ambas capitales, pero la distancia se vuelve relativa para estas personas. La estancia apenas durará 24 horas, tiempo más que suficiente para dejar constancia que se sienten como personas desprotegidas, pero no solas, porque el apoyo que se profesan entre sí es inmenso. “¿Entonces, usted también es querellante de Billy el Niño”. “Lo que no soy es víctima”, responde Luis Miguel Urbán, que rechaza ese apelativo. Luismi, como le llaman los que le conocen, también denuncia haber sufrido tortura y se sumará en los próximos meses a la querella. Es el padre del eurodiputado de Podemos Miguel Urbán, uno de los promotores de esta iniciativa y encargado durante toda la jornada de dirigir al grupo a todos los actos programados.

Los que sí tienen ya querellas interpuestas contra Antonio González Pacheco son Rosa María García Alcón, Felisa Echegoyen, Chato Galante y el exeurodiputado de Izquierda Unida Willy Meyer. Junto a ellos viaja la coordinadora de la Querella Argentina Ceaqua, la asociación La Comuna, presxs y represaliadxs del franquismo, y las abogadas Ángeles López y Begoña Lalana, así como el psiquiatra Pau Pérez, director de la Red Sira, de apoyo terapéutico, jurídico y psicosocial en contextos de violencia.

El vuelo ha llegado más tarde de lo programado, por lo que se sacrifica la parada en el hotel y se pone rumbo directo al Parlamento. Tras varios controles y la correspondiente pegatina identificativa al pecho, la expedición enfila hacia una sala. Allí espera un proyector, unas sillas y una funcionaria –española–. A continuación, una charla de aproximadamente una hora sobre cómo funcionan los distintos organismos europeos, así como sus integrantes. Tras terminar su speech, la empleada suelta un último alegato, esta vez sobre la importancia de votar en las elecciones del año que viene. Después de su monólogo, sin duda lo es. Seguidamente, una breve visita a un hemiciclo de mayores dimensiones que el Congreso de los Diputados, cuyo tamaño engaña por televisión. Mientras, el grupo, que lleva sin comer nada desde el siempre-caro café de las 5 de la mañana en el aeropuerto, ve necesario hacer un parón para coger energía. La tarde se presenta intensa.

Los tiempos están medidos al máximo, como siempre. Más en un lugar como este. El siguiente encuentro es el más importante, van a entregar en mano a la secretaria de la presidenta de la Comisión de Peticiones un documento donde recogen todas sus proclamas. Este gesto recobra una mayor envergadura, pues, afirman, no es habitual que reciban a la gente que hace estas solicitudes.

Las instalaciones de la Cámara europea conforman un auténtico laberinto, ascensores mediante. Este hecho originó que los protagonistas llegasen tarde al encuentro, aunque finalmente lograron unos minutos extras para presentarle a la empleada pública el caso, que escuchaba atentamente cada detalle mientras revisaba el documento. La petición ya está en manos europeas, y las torturas denunciadas de Billy el Niño ya han atravesado la frontera burocrática. “Falta poner una dirección”, avisa un hombre, que llama la atención por llevar en la chaqueta el reconocible lazo amarillo en defensa de los políticos catalanes encarcelados. Se trata de uno de los asistentes de la eurodiputada del PNV Izaskun Bilbao, Jon Gurutz.

Una vez cumplido el objetivo más importante, tocaba reunión con Josep-Maria Terricabras, eurodiputado de Esquerra Republicana de Catalunya y portavoz del próximo informe sobre derechos humanos en la Unión Europea. La conversación se celebró en una habitación próxima a su despacho, situado entre largos pasillos donde lo más llamativo eran las paredes. Como si de una residencia universitaria se tratase, sobre ellas colgaban carteles, banderas y pancartas en referencia a la consulta del 1-0 y todo lo que posteriormente se fue sucediendo.

Terricabras recordó que el informe se encuentra actualmente en fase de estudiar las 400 enmiendas que se han presentado. La intención, señaló, es dejar constancia de la impunidad en España. Para ello, se ha acordado como estrategia evitar cualquier mención a ningún país, ni tampoco eludir al franquismo. Menciones genéricas para abordar problemas concretos. “Hay mucho facha suelto”, espetó el eurodiputado catalán. Por su parte, el doctor Pau Pérez fue tajante: “No es una cuestión de opiniones, es académicamente demostrable que es tortura” lo cometido por personas como Antonio González Pacheco, quien ha sido noticia recientemente por su presencia en una comisaría en Ciudad Lineal (Madrid) con motivo de la celebración del patrón de la policía. En una semana donde también se ha conocido que todos los gastos del Valle de los Caídos corren a cuenta del Estado, así como la absolución del doctor Vela en el primer juicio por el caso de los bebés robados.

Chato Galante, uno de los querellantes, ha asegurado que “es inadmisible” que “estemos siendo vejados después de 40 años de haber sido torturados en un Estado de Derecho”. En total, contra Billy el Niño, hay interpuestas 19 querellas en Argentina, y otras 9 en España, de las que 8 no han sido admitidas a trámite y están siendo recurridas. Todas se han rechazado por un mismo motivo: la justicia no lo considera un delito de lesa humanidad porque no era un ataque sistemático y organizado contra una parte de la población.

Los asistentes aprovecharon para mostrar su indignación por la inacción de las autoridades españolas, sobre todo del anterior ejecutivo, y recordaron en repetidas ocasiones la respuesta que dio este al anterior relator de Naciones Unidas tras su visita a España y su posterior informe.

Luego llegó una rueda de prensa conjunta entre querellantes y algunos de los integrantes del grupo de Memoria Histórica en el Europarlamento. No estaba presente el PSOE, “que entra y se sale, según le viene”, se comentaba en varias ocasiones. El acto lo presidió Izaskun Bilbao, quien considera que “esta impunidad y estas actitudes son insólitas en Europa”, lo que supone “una discriminación para las víctimas del franquismo respecto a las de otros regímenes totalitarios europeos”. De igual manera, Miguel Urbán resaltó la negativa del presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, y del vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, a recibir al grupo de querellantes.

El periplo por Bruselas llegaba a su fin con un acto público, al que asistieron más eurodiputados, entre los que se encontraba Javier Couso, de IU, así como el Director de la Oficina en Bruselas contra la tortura (OMCT), Miguel Martín Zumalacárregui, quien asegura que en España el debate debería ser “qué medidas concretas se pueden tomar para ir cumpliendo todas las recomendaciones que una y otra vez hacen los mecanismos internacionales” en relación “con el nivel de tabú que existe cuando se habla de tortura”.

El momento de mayor emotividad llegó cuando tomó la palabra Rosa García Alcón, que no pudo contener las lágrimas al narrar su historia. Confesó tener olvidado a Billy el Niño hasta el momento en que le propusieron interponer la querella. Al colgar, afirma, “fue como si se saltara una espita sobre algo que estaba muy muy muy muy en el fondo de mi memoria, y empecé a recordar”. Rosa conoció al entonces miembro de la Brigada Político Social cuando tenía 18 años. Por entonces ella había empezado a estudiar Medicina, labor que compaginaba con “pelear por conseguir los derechos que nos habían quitado”. Tuvo que dejar los estudios y marcharse con su familia varios años a Valencia. Fue condenada a más de dos años de prisión, pero le llegó el indulto tras la muerte de Franco.

Rosa volvió a estudiar con más de 40 años y sacó la carrera de nutrición y dietética. No quiere venganza ni hacer sangre. Quiere justicia, ver la imagen de Pacheco en el banquillo, frente a la jueza. Un sentimiento compartido por todas las personas que se desplazaron hasta el Parlamento Europeo en Bruselas. Tocaba vuelta a España a la mañana siguiente. La batalla por la justicia continúa.

Un viaje a Europa contra la impunidad